Santos libros

Manuel Acuña y la prevención del suicidioCésar Güemes

EL UNIVERSALPara Héctor de Mauleón, por mi silencioEy, cuidadín con las ocurrencias que tiene.

Espérese tantito, le digo.

Sosiéguese.

Compórtese.

¡Gobiérnese!, con una tostada...Sí, al país ya se lo llevó el tren, por decir lo menos en una nación sin trenes. Que sí, que uno de los poderes de la Unión se ve muy sometido a otro. Y el otro poder restante, pan con lo mismo. Y que a las fuerzas armadas, ésas de las que tanto desconfiábamos usted y yo cuando teníamos veintitantos años, hoy nos duele que las empinen. Ya del mega aeropuerto que nos ayudaría a salir de esta economía globera ni hablamos.

¿Y ya por eso se va a quitar la vida?

¿No se le hace que salirse ahorita de la cancha es más bien un berrinche y que todavía queda tiempo para remontar el marcador?

Bueno, permítame puntualizar un par de verdades. La primera: que en cuatro décadas, en nuestro país se incrementó groseramente la cantidad de suicidios. La segunda: que el acto no es discutible porque la vida es la única propiedad natural con que se cuenta al nacer y que si alguien decide renunciar a ella está en pleno derecho de hacerlo. Le digo que no es discutible, pero también le aclaro que antes del último paso hay muchos caminos por recorrer.

Acuña, nuestro Manuel Acuña, aparece como suele hacer en calidad de querido fantasma de vez en vez si se habla de suicidio. El hombre, con una carrera de Medicina muy avanzada y en pleno uso de sus facultades ?andaba ya por los 24 años y la corteza prefrontal (la autoridad máxima entre lo bueno y lo malo), madura hacia los 21? ingirió cianuro, y luego de una esperada y dolorosísima agonía, falleció pese a los esfuerzos de sus maestros y compañeros en la Escuela de Medicina. Esfuerzos que, por otra parte, eran inútiles porque ante el cianuro aún hoy prácticamente no hay nada qué hacer.

El México que le correspondió vivir a Acuña era complicado, tanto o quizá un poco más que el actual salvo porque no existía la sobrepoblación. Su muerte por mano propia, sin embargo, ha sido motivo de especulaciones y muy escasos trabajos serios. Se habla, equívocamente, de una ruptura sentimental con "el amor de su vida", Rosario de la Peña. No hubo tal, no está consignado en parte alguna. La joven De la Peña era afecta a la cultura y a la amistad de los hombres que la generaban, muchedumbre entre los cuales estaba nuestro poeta. Que si le dedicó un poema semanas antes de morir, el "Nocturno", es cierto, pero...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR