Santa Lucía: Venero histórico

AutorAbraham Vázquez

La historia de la transformación urbana de Monterrey navega sobre los Ojos de Agua de Santa Lucía.

Ayer, estos veneros milenarios, junto al Ojo de Agua Grande, vistieron de verde el centro de la Ciudad desde su fundación, hace casi 410 años, hasta entrado el Siglo 20, cuando sucumbieron ante el crecimiento demográfico, el asfalto y los edificios de la Macroplaza.

Hoy, la ampliación del Paseo Santa Lucía, obra urbanística creada por motivo del Fórum, cuya inauguración será el 20 de septiembre, contempla conectar a la Macroplaza con el Parque Fundidora y así resucitar un pasado literalmente sepultado bajo el pavimento.

"¡Cuánta agua ha corrido desde entonces!", puede expresar quien indague en las memorias de la Ciudad.

Quizá sea difícil de imaginar para las nuevas generaciones acostumbradas a ver el centro de Monterrey tapizado de concreto, pero por el corazón de Monterrey latieron manantiales cristalinos, brotaba vegetación y hasta contó con puentes y canalones que eran el sitio de paseo y esparcimiento, un símbolo natural de la Ciudad, recuerda el cronista de Monterrey, Israel Cavazos Garza.

"Nosotros los hemos encementado y ocultado, pero ahí están los ojos de agua", señala.

En pleno Siglo 21, el nuevo canal parece recordar al original, pero a través de antiguas fotografías de Monterrey corre un caudal de preguntas: ¿y cuándo cambió todo?, ¿qué tan apegado a la historia es el nuevo canal?, ¿qué se ha perdido?, ¿qué se puede recuperar?

Nostalgia de agua

El año de 1843 trajo a Monterrey a uno de los mejores novelistas de su época, Manuel Payno.

Al autor de "Los Bandidos de Río Frío" lo sorprendió la Ciudad que encontró, en especial su Ojo de Agua Grande, ubicado en lo que hoy sería Zaragoza a la altura de Allende.

"Es un manantial rodeado de árboles, plantas y flores, pero que crecen con tal exuberancia y fertilidad, que casi se entretejen y enlazan unas con otras, formando materialmente una alfombra de flores y un toldo de verdura. En ese ojo de agua hay algunas clases de pescado bastante buenas y sobre todo un excelente camarón de tamaño extraordinario que no había visto ni en las lagunas de la orilla del mar", expresó.

La narración de Payno es un retrato fiel de lo que un día fue la Ciudad.

"Así era Monterrey. Había nogales y aguacatales en toda la zona centro desde los tiempos de la fundación", señala Cavazos Garza.

Ya entrado el Siglo 20 aún se podía caminar por veneros naturales, apreciar sus puentes antiguos, lavar la ropa y hasta...

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