El Santa Claus taxista que reparte sonrisas

VILLAHERMOSA, Tab., diciembre 1 (EL UNIVERSAL).- Vestido de rojo, con barba blanca, botas negras y una estruendosa carcajada, Armando lleva a bordo de Rodolfo, su taxi con el número 51, alegría a niños y adultos. Con 58 años, él es el Santa Claus taxista que cada Navidad, desde hace siete años, recorre en su auto distintas avenidas, calles y colonias de Villahermosa, con la intención de recibir cartas, regalar juguetes y ofrecer una sonrisa.

Las familias lo conocen y saludan. Quienes piden sus servicios le hacen llegar sus buenos deseos y él, a cambio, les pide su cooperación por el costo del viaje que varía de entre 30 y 50 pesos.

Armando personifica a Papá Noel y tiene como meta regalar mil juguetes a niños esta Navidad. Pero sus preocupaciones van más allá. En entrevista con EL UNIVERSAL, el Santa taxista lamenta que la violencia en México, así como la narcocultura hayan manchado la inocencia de niños que en sus cartas le piden juegos bélicos y dispositivos móviles con apps violentas.

"¡Jojojojo!, los niños se ubican un poquito más en los teléfonos celulares, esos juegos de matazón de guerra y algunos te piden pistolas (?) hoy en día todo mundo quiere ser narco o algo así parecido. Es espantoso, pero eso está pasando con la tecnología de hoy, que no estamos usando debidamente", acusa.

Al contar su historia y reflexionar sobre la actualidad, Armando recuerda que generaciones atrás los padres de familia regalaban a sus hijos armas bélicas sin intenciones negativas, porque "todos los niños soñaban con ser policías".

En este sentido, pide a la sociedad y a las autoridades reforzar los valores en los hogares mexicanos y en instituciones educativas, para ofrecer una atención debida y respetuosa a los niños "que serán los jóvenes del mañana".

"Los responsables son los papás. No culpemos a los maestros por la educación de nuestros hijos: un niño se forma y deforma en casa", dice.

El hombre tras la barba. Para llevar a cabo su misión, este carismático Papá Noel se levanta todos los días a las siete de la mañana, luego aborda su taxi y comienza el viaje. En las calles despierta simpatía y curiosidad, en cada semáforo, calle y colonia, los usuarios se pelean el servicio para saludarlo efusivamente o para tomarse una selfie.

El Santa taxista no pierde el tiempo y usa su unidad motorizada, a la que llamó Rodolfo, para buscar juguetes donados por organizaciones sociales o de familias que se solidarizan con su obra altruista.

En la vida real, Armando...

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