Salvan con interpretación programa poco atractivo

AutorAlejandro Fernández

Crítico Musical

A diferencia de lo que ofreció el primer concierto del Festival de Música en Otoño 2004, en el que se ejecutaron obras poco conocidas, pero todas de gran interés, en este segundo concierto a cargo del tenor Gabriel González, el programa tuvo el inconveniente de ser poco atractivo, pues la selección incluyó una mayoría de piezas archiconocidas, de esas que muchas veces escogen los cantantes como encores.

Una selección de autores barrocos o clásicos estuvo ausente y en su lugar, el cantante empezó con arias de ópera que le demandaron un esfuerzo considerable. Extraña forma de empezar un recital en forma de clímax con un "Addio fiorito asil" a todo pulmón, ciertamente con una gama de agudos brillantísimos, que sigue siendo la cualidad principal de su bagaje vocal.

Después de más de 10 años de carrera, uno hubiera esperado que el tenor incluyera algunos números operísticos de las obras que sabemos ha cantado, por ejemplo de "El Caballero de la Rosa", de "La Flauta Mágica", de "Il Crosaro".

A estas alturas de su trayectoria bien podría haber incluido algunos lieder alemanes, melodías francesas o italianas de grandes autores, como lo hizo Ramón Vargas en su inolvidable recital, en el que dio una lección de buen gusto, tanto en la selección como en la interpretación del programa.

Gabriel González tiene demasiadas cualidades en su voz como para ofrecernos un concierto con obras tan trilladas.

En el piano estuvo el maestro Gerardo González, como siempre a nivel de excelencia. Su acompañamiento es el de un concertista de altos vuelos con un conocimiento de cada uno de los detalles de las piezas, y un afán para cuidar y sostener al cantante en todo momento.

Lo mejor: sus arias de ópera

En las dos arias francesas a principio de programa: La Fleur que tu m'avais jetée, de "Carmen", de Bizet; y Ah, leve-toi soleil, de "Roméo et Juliette", de Gounod, el cantante demostró el gran potencial que posee en este repertorio.

La belleza del timbre surgió en todo su esplendor, el agudo segurísimo.

El manejo de la...

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