Se salvan las ballenas

AutorHomero Aridjis

En Laguna San Ignacio, Baja California Sur, el día de hoy seguramente las ballenas madres están enseñando a los ballenatos a navegar. Los ballenatos, apenas del tamaño de un manatí adulto, salen más a menudo que sus madres a la superficie del agua para respirar. Su piel lustrosa gris oscuro, todavía limpia de los balanos que se adhieren a las ballenas maduras, reluce bajo la luz cristalina de este lugar mágico y único en el mundo.

Las madres aún no permiten a los ballenatos acercarse a las pangas (tipo de lanchas) que llevan a los visitantes y cuando uno intenta hacerlo, la madre lo aleja con poderosos aleteos. Todos aquellos que visitan Laguna San Ignacio saben que es una gran experiencia avistar a las ballenas y acariciarlas. Todo hace pensar que la ballena gris es tan amistosa porque se siente protegida y segura en Laguna San Ignacio, adonde ha llegado después de una larga migración de 10 mil kilómetros desde los mares helados del Artico.

La empresa Exportadora de Sal, S. A. presentó al Gobierno de México dos veces su proyecto de construir una salinera masiva en Laguna San Ignacio, parte de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, y protegida por las leyes ambientales mexicanas. Pretendía producir sal marina para usos industriales por el proceso de evaporación solar, como ya lo hace en sus instalaciones en Guerrero Negro, otro complejo lagunar donde llega la ballena gris. El Grupo de los Cien denunció el proyecto salinero en enero de 1995 y otros grupos ecologistas se sumaron luego a la oposición. El proyecto fue rechazado en...

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