El Salvador: con olor a diesel (I)

AutorBenito Jiménez

Primera de Tres Partes

MÉXICO.- Un pullman de segunda clase de la ruta Fuente del Norte que partió hace dos horas de la ciudad de Guatemala a Tecún Umán se detiene en Escuintla para cargar diesel. Faltan aún cuatro horas de viaje para llegar a la frontera con Chiapas.

Los chalanes bajan a toda velocidad y corren hacia una casa sin puertas ni ventanas. Al volver traen en las manos cubetas con 20 litros de combustible. Seis son vertidas al camión con ayuda de un embudo.

La maniobra se realiza sobre la carretera de dos carriles, a seis metros de una vulcanizadora, donde un talachero fuma cerca de las cubetas con diesel y vigila que no aparezcan agentes de la Policía Nacional Civil.

Así empieza el peligro para los migrantes.

En el autobús viajan dos hileras de 20 pasajeros noqueados por el letargo. Varones y mujeres, niños y ancianos. Con los ojos somnolientos y la boca seca. Agotados por las horas de camino y el sol incesante. Vienen de El Salvador, Honduras, Nicaragua, o más lejos.

Los asientos de tela de poliuretano hacen que el calor se duplique. Como mínimo, son 40 grados centígrados de temperatura los que rebotan del asfalto. Suda todo: el cuello, los brazos, las piernas, hasta el cabello. Desespera.

El pullman avanza con lentitud. Los pasajeros suben en una desviación y bajan en el siguiente poblado, y viceversa. Las horas se vuelven eternas.

En una terminal que llaman "la nueva", en Mazatenango, capital de Suchitepéquez, el bus hace un receso. Después de ver pura llanura, se abre paso un barullo de comerciantes.

El pasillo es invadido por seis señoras rechonchas que ofrecen pollo con frijoles, chiles rellenos, fruta, agua fría y hamburguesas. Apenas se les entiende entre tanto grito. Con 5 quetzales (8 pesos) alcanza para un chile relleno con una tortilla, la pieza de pollo cuesta el doble. Los migrantes hacen cuentas. "Qué le doy papito, lleve sus chiles rellenos para aguantar la soba, hay agua de sabor y soda", sugiere una señora a Mario, un salvadoreño de 23 años que lleva dos días de camino.

"Pide un plato de frijoles con pollo", recomienda Mario a su compañero, salvadoreño también, de Panchimalco, a 14 kilómetros de la capital. "Dura más, así te entretienes con el hueso".

Mario baja para tomar agua de los sanitarios. Llenar el estómago de líquido le cuesta 2 quetzales (3 pesos). Su capital asciende a menos de mil quetzales (mil 600 pesos) y debe alcanzarle para todo el viaje. Previsor, llena una botella con agua y compra dos...

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