Carlos Salinas de Gortari / El Cardenal Posadas Ocampo

AutorCarlos Salinas de Gortari

El deceso del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrido el 24 de mayo de 1993, sucedió cuando yo tenía la responsabilidad de ser Presidente de la República. Su muerte me conmovió profundamente, pues en gran parte gracias al cardenal Posadas pude promover la reforma a la Constitución mexicana que, desde 1917, había establecido una de las restricciones más severas en el mundo a la libertad de creencias. Estas restricciones ya habían sido objeto de decisiones adversas en el orden jurídico internacional. Hasta antes de la reforma y por 75 años, en la Constitución estuvo vigente (artículo 130) una redacción restrictiva: "La ley no reconoce personalidad alguna a las agrupaciones religiosas denominadas iglesias." En lugar de establecer la separación iglesias-estado, planteaba la inexistencia de las iglesias para las leyes del estado, lo cual generaba una serie de tensiones, contradicciones y simulaciones que resultaban insostenibles en la modernidad mexicana que nos empeñábamos en construir.

Los motivos que promovieron aquella redacción tan severa no fueron ideológicos, sino históricos, como señalé con detalle en mis libros México: Un paso difícil a la modernidad y La "Década Perdida". A lo largo del siglo XIX y el inicio del XX hubo una constante confrontación alrededor del poder entre el Estado y la Iglesia católica, que desembocó en una guerra civil en las décadas de 1920 y 1930. Las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede permanecieron suspendidas durante 130 años.

Esta confrontación terminó con la reforma constitucional de 1992, cuando se ampliaron de manera sin precedente los derechos humanos de libertad de creencias y de respeto a las iglesias. Después de la reforma, el 20 de septiembre de 1992 reanudamos las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede. Pude entonces, en 1993, recibir en México a Su Santidad el papa Juan Pablo II con todos los honores que le correspondían como jefe de Estado y como máximo dirigente de la Iglesia católica.

Estos acontecimientos, históricos para México, fueron posibles en gran medida por la intervención del cardenal Posadas. De ahí que su ausencia sea tan sentida. Así lo ratifiqué en una carta privada que entregué personalmente en Ciudad del Vaticano hace unos meses, y dirigida respetuosamente al Santo Padre Benedicto XVI.

Las investigaciones sobre la muerte del cardenal han sido realizadas por la Procuraduría General de la República. Se iniciaron de manera minuciosa durante mi gobierno, y fueron confirmadas posteriormente. A la fecha se encuentran en...

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