El sabor no lo es todo

AutorAbraham Saucedo

Para que el pollo que compramos en la tienda o restaurante, además de buen sabor, tenga la garantía de ser higiénico y fresco, requiere en su procesamiento controles y medidas de calidad como las que podríamos encontrar en una planta industrial.

Con certificaciones en seguridad alimentaria y en buenas prácticas de manufactura, y con un sistema de calidad interno igualmente avalado, la planta procesadora de pollo Bachoco, ubicada en Ciénega de Flores, puede dar estas garantías a sus consumidores de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y el Distrito Federal.

En todo instante, además, Bachoco procura y conserva el trato humanitario de sus ejemplares, a los que mantiene en ambientes de confort controlado y desensibiliza en el momento previo a su sacrificio.

La planta procesa semanalmente 800 mil pollos y entrega aproximadamente mil 400 toneladas de esta carne blanca, cuyo consumo a nivel nacional, según estimaciones de la Sagarpa, ascendió a 27.5 kilogramos per cápita en el 2012.

Conseguir esta cifra de producción cada semana es el resultado de un proceso metódico y sistematizado, separado en pasos para los que existen métricas de calidad y metas bien establecidas y documentadas.

Primero el huevo, luego la gallina La cadena productiva de Bachoco comienza, sin embargo, fuera de sus plantas.

En las granjas progenitoras de la empresa se crían las gallinas llamadas "reproductoras", que nacen de ejemplares seleccionados por su calidad genética.

Los pollos que a su vez nacen de éstas son llevados a granjas de engorda y alimentados durante 34 días, tiempo que tardan en alcanzar un peso promedio de un kilo 750 gramos.

Al cumplir esta edad, los pollos son transportados a la planta procesadora.

"Les quitamos el estrés en un área de recepción, de ambiente controlado.

"El animal está en reposo para bajarle el grado de estrés por el trayecto de la granja a la planta, ahí hay ventilación y cierta humedad controlada", explica Jesús Natividad García, gerente de la división noreste de Bachoco.

Cuidadosamente, los operadores de la planta cuelgan a los pollos en una línea, que los transporta a razón de 9 mil 600 ejemplares por hora.

En la cadena de transporte, los pollos son desensibilizados y luego sometidos a un proceso de sacrificio humanitario.

Después son escaldados en agua a una temperatura de entre 50 y 60 grados centígrados, lo que suaviza la piel y facilita el desplumado, que se hace con una máquina succionadora.

Una vez terminado este proceso...

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