RUTA 66 / Corleone

AutorDiego Beas

Pasan las semanas y Washington mantiene firme su marcha hacia el abismo crediticio: el techo de endeudamiento pronto se alcanzará y, de no elevarse en los próximos días, Estados Unidos, por primera vez en la historia, no podrá financiar su deuda. Solo un acuerdo de último momento en el dividido Congreso puede salvar la credibilidad de la economía más grande del planeta.

El fondo del asunto, hay que decirlo clara y rápidamente, es mucho más político que económico. En su origen están dos visiones sobre el papel del Estado en la economía; dos visiones sobre la forma en la que el Gobierno participa en los asuntos económicos; y dos visiones sobre cómo enfrentar las crecientes incertidumbres de largo plazo a las que se enfrenta el país.

Dos partidos incapaces de alcanzar acuerdos y un sistema político que cada día se revela más disfuncional.

La negociación ha sido larga y en más de un sentido es una continuación directa de la situación límite que se vivió en abril con la aprobación del presupuesto -un acuerdo alcanzado en el minuto evitó que el Gobierno dejara de operar-.

Aunque la corrección política de a prensa en Estados Unidos se empeña en presentar el atasco actual como un conflicto entre actores sensatos y racionales que negocian sus diferencias, no lo es. Como ya lo he dicho aquí en incontables ocasiones y respecto a diversos temas, con el Partido Republicano no estamos ante un actor político racional que opera bajo criterios que favorezcan el interés general y la gobernanza.

Estamos ante un partido -al menos el actual, el que dirige John Boehner y le da cobijo a personajes como Sarah Palin y Michele Bachmann- cuya filosofía de gobierno no es otra que mermar en la mayor medida posible al propio Gobierno. Es decir: limitarle, constreñirle y reducirle; funciones, competencias, capacidades. Grover Norquist, líder del movimiento antiimpuestos más importante y uno de los responsables clave del impasse en el que estamos, lo expresa de manera más gráfica: "no busco abolir el Gobierno; simplemente quiero reducir su tamaño al punto que lo pueda arrastrar hasta el baño y ahogarlo en la bañera".

La semana pasada, en una columna...

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