Ruta del Cister: Por los caminos de Cataluña

AutorNicolás Triedo

En el año de 1098, un grupo de monjes benedictinos descontentos con la secularización de sus órdenes se unió con Roberto de Molesme para formar una nueva comunidad, cuyo objetivo sería revivir los ideales de abnegación y retraimiento.

Su lugar de origen fue Citeaux, en Borgoña (Francia), y la Carta de Caridad, de Esteban Harding, su primera ley. Su hábito blanco, sin teñir, se convirtió en su distintivo. Con Bernardo de Claraval comenzó el ascenso de la joven orden cisterciense, cuyo apelativo se debe a su ciudad de origen. En 1153, a la muerte de Claraval, la organización ya contaba con 343 abadías en Europa. La rápida difusión de los principios cistercienses tuvo que ver con sus preceptos rígidos y jerárquicos: era norma que 12 monjes abandonaran su monasterio conducidos por un abad para fundar otro en un lugar apartado pero fértil, que serviría a su vez como centro para realizar nuevos trabajos de misión. En ningún otro lugar de Europa fue más patente la importancia de la cofradía y la belleza de sus monumentos arquitectónicos que en el interior de Tarragona, en Cataluña.

En el siglo 12, cuando la congregación se había extendido por todos los territorios de la región, el país se encontraba en el final de la Reconquista, por lo que había una gran necesidad de asistencia espiritual y de implantación agrícola.

Fue así como, entre 1150 y 1158, se fundaron tres monasterios cistercienses en esta zona catalana.

Un trío que mira al cielo

En Poblet, Santes Creus y Vallbona se han conservado en un área reducida tres monasterios únicos en el Viejo Continente, no sólo por sus edificaciones ni por la calidad de su arquitectura, sino también por su significación política. La religiosidad de los monjes y sus plegarias por la salvación de las almas atrajo a la nobleza y a la monarquía, que mandó construir sus sepulturas en sus iglesias. El mejor lugar para pernoctar es Tarragona, que cuenta con todos los servicios y cuya cercanía a los templos permite realizar viajes de ida y vuelta en un solo día.

La ruta natural inicia en Poblet, en la comarca de la Conca de Barbéra; es el más antiguo e importante de los tres monasterios. Fue fundado por el Conde Ramón Berenguer IV que, con su matrimonio con Peronella de Aragón, unió a la casa catalana con el título real.

Fue tal la importancia de Poblet que en el siglo 14 sus abades gobernaban más de 60 pueblos, y los miembros de las familias reales los usaban como refugios durante las guerras. En 1340, Pedro IV, "El...

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