La ruta del arte
| Autor | Antonio Saborit |
Marius de Zayas apareció en una familia hecha a las pasiones de la vida pública. Su infancia transcurrió a la sombra del periódico que en 1880 estableció su padre, Rafael de Zayas Enríquez, en Veracruz, el mismo año de su nacimiento. De esta manera, desde sus primeros días lo rodeó el interés por la vida en sociedad y por la naturaleza humana.
Creció en la Ciudad de México en una época en la que lo mismo bohemios del último hervor, iletrados informantes policiacos y estudiantes universitarios se hacían pasar por reporteros de temas urbanos y la prensa de la capital ingresaba a su etapa industrial; cuando enclenques albañiles levantaban las construcciones que habrían de erradicar el aire pueblerino de la urbe; cuando los hombres de la situación, con menos capital que sus inabarcables ambiciones monetarias, intrigaban para hacerse de contratos gubernamentales; cuando las filosas voces de la calle todavía no impregnaban las solemnes expresiones de la vida a puerta cerrada de las familias autoproclamadas de bien, en una sociedad a la que se pensaba en decadencia y que familiarizó al futuro artista con los nombres clásicos de Midas, Creso y Sardanápalo como referentes del dinero, los tesoros y el boato. En ese mismo espacio creció su hermano mayor, Rafael, con quien compartía el interés por la pintura de caballete cuando en 1899 se instalaron en la ciudad de Nueva York en compañía de sus padres y hermanos. Por entonces, Rafael pintaba paisajes, mientras que Marius se apropiaba de las técnicas de artistas como Edouard Detaille y Jean-Louis-Ernest Meissonier.
Ya lejos de Nueva York y a mediados del año siguiente, Rafael y Marius echaron a andar en San Francisco dos revistas que duraron menos que los siete meses que vivieron en ese puerto, Clever y Revista Latino-Americana. Illustrated Monthly Magazine. Juntos lanzaron una tercera revista en 1906 que no vivió mucho más tiempo que las anteriores, La Actualidad. Semanario ilustrado de sociedad, sport y literatura, con oficinas en la Ciudad de México; y juntos se incorporaron en octubre de ese año a una nueva empresa periodística, Rafael como director del suplemento dominical El Diario Ilustrado, Marius como colaborador habitual de este suplemento y como columnista gráfico en la edición regular de El Diario. Los Zayas se alejaron de esta empresa en los primeros meses de 1907, para acompañar a su padre en el destierro político que se impuso a sí mismo en Nueva York.
En adelante, Marius fue estrictamente Marius de Zayas, el dotado dibujante y caricaturista, el moderno desterrado en su permanente errancia por la historia y el mundo. Llegar a Nueva York entrañó percibir con mayor claridad el arte. Se sumó al equipo de artistas gráficos de The World y trabajó para las anónimas páginas editoriales de este diario y para su sección metropolitana, en donde retrató por medio de la caricatura a las figuras del momento.
Vivía en el ambiente artificial de los teatros, de donde extraía viñetas en línea para las columnas y páginas dedicadas a este espectáculo. Y de las viñetas más acabadas sacó la materia prima para formar singularísimos retratos con carbón y grafito, los cuales de inmediato llamaron la atención de un puñado de artistas. Rara vez fechaba sus obras, pero Zayas debió empezar a tiznar su mesa de trabajo hacia 1908. Pocas personas vieron directamente los originales de algunas de estas obras, porque en realidad se exhibieron en un espacio de culto de la vanguardia en Estados Unidos: The Little Galleries of the Photo-Secession; muchas más se enteraron de ellas entre 1909 y 1914, en muy diversas calidades de reproducción, por medio de la regular factura de la revista The Craftsman hasta la muy notable de la revista Camera Work, pasando por las medianas técnicas de impresión de publicaciones como Current Literature, As Others See Us y Puck.
La gran mayoría siempre...
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