RUTA 66 / Vilo

AutorDiego Beas

El viernes por la noche se llevó a cabo el primer debate entre los candidatos presidenciales. Fue en la universidad estatal de Misisipi, en Oxford, y me detengo en un momento especialmente revelador al comienzo del evento. Jim Lehrer, el moderador y presentador de la PBS, quería arrancar con un debate cándido y directo desde la primera pregunta. Los candidatos se resistían.

El turno era de Obama y la solicitud concreta: "¿tiene algo que responder al senador McCain sobre lo que acaba de decir?", le dijo el moderador. Obama comenzó su réplica dirigiéndose a McCain pero, al no regresarle éste la mirada, optó por mirar a Lehrer. "Dígaselo directamente a él, dígaselo directamente a él", interrumpió el presentador dirigiéndose a Obama.

Me detengo en la anécdota porque ejemplifica el tono de la discusión que se llevó a cabo durante los 90 minutos restantes. El primero de los cuatro debates programados se caracterizó por la distancia, la falta de diálogo, de intercambios espontáneos que mostraran los contrastes más profundos y no aparentes de los candidatos -que al final de cuentas es el propósito de los debates-.

Al encuentro del viernes en Misisipi llegamos sumergidos en un clima político enrarecido marcado por la amenaza que sostuvo hasta el último minuto McCain de no asistir y por la extraña e inusitada suspensión temporal de su campaña a comienzos de la semana argumentando que tenía que tomar parte en las negociaciones del rescate financiero -tiro que, al final de cuentas, le salió por la culata-.

A posteriori, queda claro que ambas acciones no fueron más que una distracción táctica diseñada para comprar tiempo y detener una sangría de malas noticias que aquejaban a McCain desde la semana anterior.

El lunes de la semana pasada el New York Times revelaba que Rick Davis, uno de los asesores más cercanos de McCain, estaba en la nómina de Fannie Mae y Freddie Mac (el candidato republicano llevaba semanas criticando duramente a su rival por un caso similar). Y, a lo largo de la semana, comenzaron a darse a conocer una lluvia de encuestas que confirmaban que el 'efecto Palin' se desinflaba y que, detrás de las faldas de la de Wasilla, el emperador se encontraba desnudo.

Para mediados de la semana las alarmas saltaban en el cuartel general de McCain y la campaña entraba en estado de pánico al confirmar que el candidato perdía terreno rápidamente y llegaba al debate en clara condición de lo que en Estados Unidos llaman 'underdog' (alguien en...

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