RUTA 66 / Tortura

AutorDiego Beas

En una información que a pesar de su peso trascendió poco y pasó relativamente desapercibida en la prensa internacional, el martes de la semana pasada se desclasificó un documento esencial para entender aspectos clave sobre la forma en la que la Administración Bush justificó y encubrió actos de tortura en Guantánamo, Iraq, Afganistán y la red de cárceles secretas que montó en diversas partes del planeta después del 11-S.

Dos son los temas esenciales sobre los que poco se sabía hasta ahora y sobre los que el documento aporta valiosa información: qué razonamientos legales utilizó el Gobierno para justificar la tortura y quiénes fueron los últimos responsables de autorizarla. Se confirma lo que muchos temían: los implicados están en las esferas más altas del Gobierno.

El documento es un memorando del Departamento de Justicia escrito en marzo de 2003 -días antes de la invasión de Iraq- desclasificado la semana pasada a petición de la American Civil Liberties Union (una poderosa agrupación que defiende los derechos civiles por medio de acciones legales).

La opinión, escrita por John Yoo -de la consejería legal del Departamento de Justicia-, y dirigida a los altos mandos del Pentágono, establece, entre otras cosas, que ocasionar daño físico a un detenido no se considera tortura a menos que provoque "la muerte, fallos en los órganos vitales o lesiones permanentes" en los detenidos.

Asimismo, construye una compleja y astuta interpretación legal que justifica y blinda de responsabilidad a aquellos que directa o indirectamente infligen presión física o mental en los prisioneros.

Los datos conocidos la semana pasada son de gran relevancia porque contradicen de manera frontal tanto la tesis mantenida hasta ahora por la Administración sobre quién es el responsable último así como la justificación que ésta ha dado sobre qué fue lo que motivó las torturas.

Hasta el día de hoy, el Gobierno sostiene la teoría de las manzanas podridas: se trata de unos cuantos casos aislados que no son representativos del resto. Su estrategia de defensa se ha basado en negar cualquier tipo de participación de la cúpula -militar y política- y responsabilizar de los hechos a miembros del Ejército de bajo rango -ningún alto mando ha sido procesado hasta la fecha-.

En un editorial publicado el viernes, el New York Times decía que con frecuencia se puede saber si alguien considera que sus acciones son equivocadas por los grandes esfuerzos que hace por racionalizarlas...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR