RUTA 66 / Encrucijada

AutorDiego Beas

Comienza la recta final del proceso. Ocho semanas decisivas para saber quién será el próximo presidente de Estados Unidos. Con el ruido mediático a tope e incontables nuevas herramientas a través de las cuales los aspirantes y sus seguidores lanzan y le dan forma a su mensaje (o manipulan, quizá sería más exacto decir), por momentos se pierde la perspectiva, la esencia de lo que debería de ser una campaña electoral: un foro de ideas, propuestas, discusión y, sobre todo, participación ciudadana.

Palin y su hija adolescente embarazada; Palin y su papel en el despido de un policía en Alaska; Palin y la originalidad -o falta- de sus lentes. Obama y su filiación religiosa; Obama y su falta de patriotismo; Obama y la ausencia de la bandera en la solapa. Ejemplos todos de discusiones etéreas presentes y pasadas que han marcado la agenda de los medios a lo largo del proceso.

Se trata, no puedo dejar de decir, de una estrategia electoral utilizada principalmente por los republicanos: entre más se aleje la discusión, piensan en el GOP, de la arena de las políticas públicas y se mantenga en el ámbito de la chabacanería, el descrédito y los ataques personales, mejor parado sale el partido (en esencia, es el resumen de la estrategia implementada por Steve Schmidt, el estratega en jefe de la campaña de McCain, el que acudió al rescate del aspirante hace un par de meses después de que tácticas menos beligerantes fracasaran).

En las dos últimas semanas, sin embargo, hemos tenido oportunidad de escuchar a los aspirantes en sus propias palabras, ante las convenciones de sus partidos, aceptando la nominación al cargo. Una ocasión, en definitiva, que da mejores frutos si de entender a los candidatos y sus propuestas se trata.

Más allá de las evidentes diferencias en las habilidades retóricas de Obama y McCain, sus discursos de aceptación presentan marcadas diferencias que perfilan dos maneras muy distintas de entender la política, dos maneras distintas de concebir el servicio público, el papel del poder ejecutivo, el de los jueces, del patriotismo, de las fuerzas armadas, de los impuestos, el de la propia plaza pública.

Los contrastes son evidentes desde el comienzo: mientras el senador por Illinois se dirigió a sus "fellow citizens", el de Arizona comenzó su discurso rindiendo pleitesía a la familia Bush: al padre, a la Primera Dama y al hijo.

En las primeras líneas de su alocución, McCain dice sobre Bush -no sólo el presidente más impopular de la historia...

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