RUTA 66 / Ejemplo

AutorDiego Beas

WASHINGTON.- Ronald Reagan solía soñar con el espacio. Con una gran constelación de satélites en órbita que por medio de sofisticadas tecnologías y armamento ultramoderno protegiese a Estados Unidos y sus aliados de lo que el actor convertido en Presidente gustaba llamar el "Imperio del Mal" -mejor conocido como la Unión Soviética-.

"Convoco a la comunidad científica que nos dio las armas nucleares", dijo Reagan en 1983, en uno de sus discursos sobre política exterior más recordados, "a que dirija sus esfuerzos a la causa de la paz mundial". ¿Cómo propuso hacerlo? Por medio de uno de los fiascos más estrepitosos en la historia militar. A través de lo que formalmente se conoce como la Strategic Defense Initiative -rápidamente rebautizada Star Wars-: un costosísimo programa -el proyecto militar más costoso de la historia, calculan algunos-, que pretendía llevar la confrontación con la Unión Soviética a un nuevo frente: al espacio.

Quizá Reagan sabía cosas que nadie más sabía; o quizá simplemente una sobredosis de ciencia ficción y muchas horas de mal cine americano le provocaban pesadillas.

Lo cierto es que desde aquel famoso discurso y hasta la semana pasada, el escudo antimisiles propuesto por Reagan se había convertido en uno de los más claros ejemplos de la aberración tecnológica estadounidense -durante casi tres décadas el Ejército fue incapaz de lograr que funcionara-, de su ambición militar desmedida -el objetivo era el dominio del espacio- y de su incapacidad burocrática para poner freno a un proyecto que repetidamente mostró su poca viabilidad operativa y, aún peor, lo innecesaria de su función -el final de la Guerra Fría no modificó el pensamiento estratégico del Pentágono en este respecto.

Se había convertido, también, en uno de los elementos más contenciosos de la agenda geopolítica del siglo 21. Por un lado, Estados Unidos, Israel y una amorfa coalición de países europeos -especialmente del este-; por otro, China, Corea del Norte, Irán y, muy en especial, Rusia. Dos visiones encontradas sobre el rol de las armas nucleares en la posguerra fría y de la estrategia de desnuclearización.

El proyecto lanzado por Reagan sufrió incontables modificaciones y sobrevivió tres presidencias. De George H.W. Bush -que prácticamente no tuvo tiempo de abordarlo- a George W. Bush, que lo relanzó con nuevos bríos y se mostró decidido a llevar la visión de Reagan a la realidad (pasando, claro está, por Clinton y su conocida debilidad para tratar con...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR