Por los rumbos de Nonoalco

AutorRafael Aviña

"Búscame en La maquina loca, bajo el puente de Nonoalco...",

Tito Junco a Ninón Sevilla en Víctimas del pecado

Pobreza y redención se convirtieron para el cine mexicano en su mejor estrategia para documentar las vicisitudes sociales y económicas de un país en eterna transición; un país de proyectos truncos y de aspiraciones cortadas por las políticas sexenales. Así, hombres de cine como Ismael Rodríguez y Pedro de Urdimalas habían planteado curiosas soluciones a este tipo de problemas como lo muestra el diálogo final que recita Mimí Derba a los marginados de la vecindad en Ustedes los ricos: "Por favor, déjenme entrar. Estoy muy sola con todos mis millones y vengo a pedirles, por caridad, un rinconcito en su corazón. Ustedes que son valientes y que pueden soportar todas sus desgracias porque están unidos. Ustedes los pobres que tienen un corazón tan grande para todo...".

Aquello no bastaba por supuesto para borrar las diferencias cada vez mayores entre los detentores del poder económico -una minoría- y esa gran masa de perdedores sociales, arrinconados bajo elevadas murallas de olvido y arrojados a zonas de "perdición" y ciudades perdidas que crecían y se extendían por las orillas de la Capital; pero ninguna tan legendaria como la zona de Nonoalco, el escenario ideal de pobreza y redención que el cine mexicano supo explotar para conseguir algunas de sus mejores y más perturbadoras obras.

Esa zona de pobreza extrema en la que convivían cabarets, pulquerías como La barca de oro, puestos callejeros de comida, viviendas de cartón y lámina y vecindades derruidas. Un lugar delimitado no tanto por su ubicación geográfica o su particular topografía, sino por sus fronteras morales y económicas en el que hombres, mujeres y niños luchaban día a día contra un destino inclemente, según lo confirma el cine mexicano de los años 40 y 50.

Dirigida por Roberto Gavaldón y adaptada de una obra estadounidense por José Revueltas y Salvador Novo nada menos, A la sombra del puente se filmó en locaciones auténticas en la pobre zona de Nonoalco. En compañía de personalidades como Esther Fernández, Carlos López Moctezuma o Fernando Soto Mantequilla, David Silva encarna aquí al personaje rebelde traumatizado por un pasado feroz que enfrenta el horror y la violencia social cotidiana y que termina liquidando al "Tigre", un excelente Andrés Soler, líder de un grupo de hampones que opera precisamente bajo el mítico puente de Nonoalco.

Asimismo, David Silva en Manos de seda, de Chano Urueta, interpreta a un fino y...

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