Rafael Ruiz Harrell / ¿Logrará despertar?

AutorRafael Ruiz Harrell

La duda roza la angustia porque son ya muchos los días que tiene de pasar sobre la realidad sin advertirla. Y no es simple ni grato lo que ocurre: son muertes, son horrores, decapitados, violaciones, homicidios, encubrimientos, negativas. Es ingrato, doloroso y para colmo inútil lo que pasa, pero Felipe Calderón no está dispuesto a darse por enterado y quiere seguir dejando correr las cosas como si el mundo estuviera bien.

Cada día asoma la cabeza un nuevo horror, una mentira nueva, un nuevo ocultamiento. Todos los días se nos dice que no pasó lo que se nos dijo que había pasado: murieron la madre y las hijas, pero nadie disparó y la PGR y la Procuraduría Militar están dispuestas sin empacho alguno a declararse incompetentes; la anciana violada y golpeada en la sierra murió de comunes problemas respiratorios; se dice que hubo cuatro niñas violadas por fuerzas militares y la CNDH sostiene que en dos casos puede probarlo sin lugar a duda, pero las autoridades aún no consiguen enterarse. Hay, a diario, dos ajusticiados aquí y otros allá; una familia asesinada en la noche mientras dormía; oficiales de policía muertos a mansalva a la salida de su oficina o a la llegada de su casa; negocios tan sucios como inexplicables; robos tan colosales y bien organizados que no se los concibe sin la cooperación de la fuerza pública; un narcomenudeo sonriente que se multiplica en las escuelas; balaceras sin origen explicable; ráfagas que jamás fueron disparadas en retenes que no existieron. Existe la noche y lo que pueda pasar.

El problema es serio porque aun los que creen íntimamente que Felipe Calderón es incapaz de error, equivocación o desvío, empiezan a dudar si el empleo del ejército como fuerza de policía comprende la solución presidencial prometida contra el crimen. Han pasado seis meses y lo que se ve es lo opuesto: en lugar de logros hay tragedias, en vez de avances se registran retrocesos, donde debería haber seguridad hay temores. Oscurece el panorama, además, una ciega negativa: el presidente no ve, o no quiere ver, o no escucha, o ya dio el problema por resuelto y se olvidó de su existencia, pero no está dispuesto a aceptar que los errores del ejército son graves, imperdonables y letales. El secreto es a gritos, pero no alcanza a oírse en Los Pinos: las fuerzas militares no están preparadas para hacer trabajo policiaco. En tono de guerra, creen que todo es blanco o negro; o es amigo o se trata del enemigo; no hay términos medios: se trata de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR