Ruidos de la Calle/ Martirio

AutorPacho

Si La Movida española nació como un rock y terminó en bolero, según dijo alguna vez Manuel Vázquez Montalbán, algo de lo que hoy perdura se ha vuelto coplas y Martirio.

Me refiero a Maribel Quiñónez, cantante y performera andaluza que lleva la voz al jazz y se hace llamar Martirio. Visualmente es estridente, como un personaje de Almodóvar, ataviada con gafas oscuras, una peineta y sus trajes sevillanos posmodernos. ¿Posmodernos? En Martirio no hay preconcepciones escatológicas ni deseos de vencer a la historia, sino la inevitabilidad del sitio y de la hora.

Ella recuerda su iniciación en el baile, sevillanas y rumbitas que luego fusionaría con el rock y, más tarde, dosificaría con las coplas y con el jazz: "Salíamos del colegio a las seis, a las seis y media ya me había cambiado los 'gorilas' por unos 'tenis' blancos, en los que mis pies se movían como por mi casa. Saltaba los escalones de tres en tres y ¡a la calle! Nos juntábamos en la esquina un ramito de siete a 10 años, con la merienda en la mano y unas ganas locas de bailar.

"Durante más de un mes se celebraban bailes, desde las seis a las ocho de la tarde para los pequeños, sevillanas y alguna rumba, y a partir de las ochos salíamos y venían los mayores a bailar 'agarrao' hasta las diez+ Por primera vez reconocí así el carácter secreto de un baile, el cortejo, el reto, la exposición pública, echarle tu arroz personal, rechazar, admirar, aprender, dejarse llevar por el torbellino de faldas cruzándose.

"Con la carita poseída por un ritmo tan tuyo como alguien de la familia. Hoy la sevillana sigue vigente como el baile social más popular, por eso hemos querido sacarlo de paseo por otros caminos, a ver cómo convivía con otros ritmos musicales con raíz" (texto incluido en Coplas de madrugá).

El encuentro de la historia con la geografía produce un gemido justo ahí, donde se cruzan los vientos andaluces con los del Magreb. El trabajo reciente de Martirio está contenido en tres discos, Coplas de madrugá (1997), Flor de piel (1999) y Mucho corazón (2001), trilogía en la que colabora el deslumbrante trío del jazzista gaditano, excelso pianista, Chano Domínguez.

A partir de ese encuentro se expande el libre eclecticismo interior de Martirio. Cuando el periodista Gonzalo de la Figuera le pregunta por sus heterodoxias, la cantante exclama: "¡El tango entra perfectamente por soleá por bulerías! Este es mi gran hallazgo. O el bolero. Ambos entran de una manera absolutamente natural, que creo que...

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