Ruidos de la Calle/ Entrañables enemigos

AutorPacho

"Cada ser humano es un abismo y da vértigo asomarse a él".

Georg Büchner (Woyzeck)

Nikolaus Günter Nakszynski era un joven actor de unos 28 años cuando entró a una pensión de Munich para pedir hospedaje. Era el año de 1955 y ahí vivía también un adolescente con su madre y sus hermanos, Werner Herzog Stipetic, quien de inmediato se sintió tan atraído como horrorizado por la extravagancia del desconocido, con ese aire de autosuficiencia y hábitos extraños, "andaba desnudo por la casa sin que nada le importara". Un buen día, Nikolaus se molestó por algo, se encerró en el pequeño cuarto de baño y montó en cólera, de donde salió 48 horas después dejando completamente destrozado el mobiliario. Werner tenía 13 años cuando presenció lo que le pareció el berrinche más largo de la historia. Nunca lo olvidaría; fue el primer encuentro entre dos futuros entrañables enemigos.

La impresión del adolescente fue tal que 44 años después, ya convertido en el célebre cineasta Werner Herzog, tuvo que recapitular sobre el hecho para intentar descifrarlo... O conjurarlo. Debía reflexionar sobre su amado enemigo, quien falleció en 1991 llamándose, simplemente, Klaus Kinski.

Nadie hubiera imaginado que aquel primer encuentro terminaría en una relación profesional de donde saldrían películas como Aguirre la ira de Dios (1973), Nosferatu (1978), Woyzeck (1978), Fitzcarraldo (1982) o Cobra verde (1987); el mismo Herzog admite que nunca pensó que trabajaría con Kinski. Además, aquel ataque colérico del actor no fue el último, de tal suerte que lo más extraño es que esos dos personajes hayan seguido frecuentándose.

En 1999, Herzog intentó explicarse su relación con Kinski filmando Mein Liebster Feind (algo así como "mi más querido enemigo"), traducido al español como "Mi enemigo íntimo", donde retrata la personalidad de su explosivo colaborador.

¿Mi enemigo íntimo es una venganza o un homenaje, un juicio o una deuda? Herzog gusta declarar que se trata de un tributo. Y ciertamente el realizador no intenta juzgar a Kinski, tampoco ofrecer una explicación o dar una visión unívoca del actor, sino ser fiel a la ambigüedad de su genio, a su compleja personalidad. "Estoy convencido de que el enorme poder de Kinski procede de sus contradicciones", declaró Herzog en 1978, a propósito del estreno de Nosferatu. "Yo sólo juzgo detrás de la cámara: es el actor más fascinante que conozco".

Se sabe que nadie que trabajó con Kinski habló bien de él debido a su explosiva megalomanía...

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