Empresa/ Mucho ruido...

AutorAlberto Barranco Chavarría

El signo más vivo para desnudar el histriónico desgarramiento orquestado de vestiduras, lo representa el grado de inversión a la deuda soberana de México en moneda extranjera de largo plazo, otorgado por la calificadora internacional Fitch Ibca, Duff & Phelps, en cuya exposición de motivos se habla de la aprobación de "un sólido presupuesto para el ejercicio 2002 y de un paquete tributario que incrementará la recaudación impositiva".

Concretamente la agencia con sede en Estados Unidos estima como signo positivo el que nuestro país haya logrado incrementar la relación entre recaudación impositiva y Producto Bruto Nacional, alcanzando 13 por ciento, frente al 11.2 del año pasado... por más que México sigue asentado en los niveles más bajos.

Y aunque ciertamente la pretensión original de la Secretaría de Hacienda era que el escalón (saltar de calidad BB+ a la de triple B-), lo promovería la principal calificadora del planeta, Standard & Poor's, lo cierto es que unidos el grado de Fitch y el otorgado el año anterior por Moody's Investors Service, se plantea un escenario de enorme atractivo para los inversionistas interesados en México, además de darle mayor viso de certeza, y en consonancia menor tasa de interés, a las colocaciones de deuda de empresas privadas en los mercados internacionales.

Lo cierto, por más que se diga que cada quien habla de la feria como le fue en ella, es que el primer signo de desafinación en el concierto de reclamos al Congreso lo ofreció el Consejo Nacional Agropecuario, al publicar un desplegado en el que elogiaba el desempeño de los legisladores al privilegiar al sector.

Lo curioso del caso es que aunque finalmente sí se modificó el sistema simplificado de tributación de las empresas agroindustriales, a cuya vera se permite la deducción de las utilidades cuando éstas se reinvierten, el golpe fue menor al que planteaba la propuesta original de "Nueva Hacienda Distributiva" del Presidente Vicente Fox.

Ahora que en la balanza los empresarios del campo obtuvieron la posibilidad de no aplicar aranceles o impuestos de importación para los productos adquiridos en Estados Unidos que rebasen la cuota de compras libres permitida, siempre y cuando el país no arrastre excedentes de producción, para no hablar de la partida presupuestal que permitirá capitalizar al Programa Procampo, y del sustancial incremento del fondo de apoyo a la comercialización de la Secretaría de Agricultura.

Y lo cierto, por lo demás, es que de acuerdo...

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