El rostro creativo de la compasión

AutorOfelia Pérez-Sepúlveda

Tras siglos de hallazgos geográficos, descubrimientos científicos, majestuosas obras de arte, avances tecnológicos y proezas físicas, nos queda una asignatura pendiente: trascender desde la humanidad, interiorizarnos, identificarnos con el Otro que padece, acompañarlo en su dolor. Ser humano en y desde la compasión.

  1. Lágrimas

    Así sea la extracción postergada de una muela, la destrucción que engendra la guerra, el duelo amoroso, la muerte del hijo, la violación de los pueblos indígenas o la discriminación por sexo, raza u orientación religiosa, la memoria del hombre y su historia es, anímicamente, una historia de la experiencia del dolor, de su asimilación y, particularmente, de la reacción del hombre ante el dolor del Otro.

    En 1937, el cirujano René Leriche acuñó el término "dolor viviente" para referirse, más allá del código universal de los impulsos nerviosos -como lo consigna la ciencia-, al dolor experimentado fuera del laboratorio, un dolor que posee memoria y significado.

    Pero si el dolor posee un significado, también nuestra capacidad para acompañar al Otro en su pasión. Actualmente, el dolor es una secuencia de imágenes que sólo ocurre allá, afuera.

    Olvidamos que la compasión es la base invisible de todo acto de creación cultural: compromete los niveles más hondos del vivir porque tal y como lo expresó William Blake, poeta inglés del siglo 18: "Una lágrima es un asunto intelectual".

    Y de ello ha quedado constancia en la pintura.

  2. Santidad

    A partir de los pasajes de la Biblia, escultores, dibujantes y pintores han aportado a la moral cristiana tangenciales expresiones de las que sobresale la que por encargo realizó Miguel Ángel Buonarroti a los 22 años: La Piedad.

    La piedra deja su estatuto mineral para dar vida a la síntesis metafórica: el cuerpo frágil, desnudo y sin vida de Jesús arropado por una María casi niña, pero serena. Amorosa, pero poderosa. Humilde, pero exaltada en su vestuario.

    Es la interpretación sublime de una madre que ingresa al dolor y muerte de su hijo: compasión suprema que por otro lado procreó en España la tradición de la Virgen Dolorosa atravesada por siete espadas.

    En otra esfera, la compasión es motivo de pinturas y retablos donde los santos son el personaje irremplazable.

    Encarnan la dimensión extraterrena de la compasión, así como ocurre en la vidriera de la Iglesia de San Vicente de Paúl, en Clichy, Francia, que representa la ayuda que ofreció el personaje a los afectados por las inundaciones...

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