Rosaura Barahona / ¿Y usted y yo?

AutorRosaura Barahona

Nos quejamos de lo rancio de la Iglesia, pero hoy el Papa nos da la oportunidad de ayudar a orearla.

Hay tanta información sobre el Papa Francisco que da para muchos artículos. No obstante, debemos poner atención a otros asuntos. Hoy, sin embargo, va una reflexión más sobre él.

Para los interesados en el tema, católicos y no, ha sido alentador ver su actitud y acciones concretas en los primeros días de su papado.

Ha roto el protocolo en cuanto a vestimenta, saludos, misas, contacto con el pueblo, medios de transporte (incluido el papamóvil) y boato cotidiano.

Celebró una misa para los jardineros, los basureros y el personal de intendencia en una de las capillas del Vaticano; al momento de la oración personal, se sentó en una de las últimas filas.

Da misa como cualquier sacerdote y, al finalizar, saluda a los asistentes.

El Jueves Santo, en lugar de lavar los pies a 12 Cardenales en la Basílica de San Pedro, los lavará a 12 jóvenes detenidos en una cárcel.

En la ceremonia de entronización recordó a los líderes del mundo: "Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder... debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe".

Su entrega ha soslayado las acusaciones en su contra.

Ha sido reconocido por especialistas y teólogos.

Nosotros, espectadores conmovidos, lo aplaudimos, lo platicamos, nos alegramos y volvemos a nuestra rutina diaria concentrados en nosotros mismos y sin pensar mucho en los demás porque el Papa no nos necesita... ¿o sí?

Muchos olvidamos que cambiar a la Iglesia católica para que se ocupe también de los pobres no es una tarea exclusiva del Papa porque la Iglesia somos todos.

Podemos ser espectadores comodinos, porristas o activistas. Lo primero y lo segundo se nos da, ¿pero lo tercero? Ahora alguien nos señala el camino y nos pide ayuda, por eso debemos imitarlo o no volver a criticar a la Iglesia jamás.

El Papa renunció a sus zapatos Prada y usa calzado sencillo (incluso tenis). Si usted y yo no tenemos Prada, ¿a qué renunciaremos para aumentar la sencillez de nuestra vida y compartir lo ahorrado al reducir nuestro consumismo banal y ofensivo?

Una empresa de negocios católica dedicada a reclutar sólo gente de dinero, blancos y sin defectos físicos inventó una escala para que sus socios llegaran por ella al cielo.

Una integrante de tan elitista club me decía que, para ascender por esa escala, deben hacer sacrificios. Por ejemplo, si ella va a comprar un...

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