Rosaura Barahona / Monseñor Romero

AutorRosaura Barahona

Millones de latinoamericanos nos alegramos al leer que el Papa Francisco "destrabó" el proceso de canonización de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.

En lo personal no me interesan ni las beatificaciones ni las canonizaciones, pero sí el que la Iglesia católica reconozca cómo al soslayar, primero, y prohibir, después, la Teología de la Liberación apoyó las injusticias de los malos gobernantes.

Monseñor Romero fue un sacerdote católico salvadoreño. Nació en 1917 y murió asesinado por un francotirador mientras oficiaba misa el 24 de marzo de 1980. Su problema fue haber seguido la Teología de la Liberación al predicar a favor de los pobres y defender sus derechos humanos.

No es que esta Teología excluya a los ricos o no los defienda, sino que ellos se defienden solitos porque sus contactos eclesiásticos los cuidan mucho.

La llamada Teología de la Liberación nació en la Iglesia católica latinoamericana después del Concilio Vaticano II y empezó, entre otras cosas, a preguntarse "cómo conseguir que la fe no sea alienante, sino liberadora".

La Teología de la Liberación abrió la puerta de la anquilosada religión a aires nuevos que estudian la realidad actual y ven a los pobres y a los ricos no como resultados de un deseo divino, sino como consecuencia de sistemas políticos, sociales y económicos que se resignan a la miseria de los demás y no hacen nada por ellos.

Monseñor Romero usaba sus homilías para denunciar las violaciones de los derechos humanos y para solidarizarse con los pobres, los desaparecidos, los torturados, los secuestrados y los muertos en las violentas luchas políticas de su país.

Ángel Luis de la Calle, enviado especial de El País a los funerales de Romero, escribió: "El asesinato de Monseñor Romero puede sumir a El Salvador en la guerra civil" y, aunque no fue inmediata, se dio. Hubo más de 50 mil personas asesinadas, entre las que había pobres, obreros, campesinos, militantes de otros partidos políticos y sacerdotes católicos "subversivos".

Ángel Luis dice que Romero firmó su sentencia de muerte al decir: "Soldado, no estás obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral nadie tiene que cumplirla. Date cuenta de que es tiempo de que recuperes tu conciencia. En nombre de Dios, pues, en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más, les suplico, les...

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