Rosaura Barahona / Sus y nuestros ritos

AutorRosaura Barahona

Estoy fuera de Monterrey desde hace más de una semana. Por razones de trabajo sigo de avión en avión, de hotel en hotel y de restaurante en restaurante. A menudo estoy sola y, por lo mismo, escucho inevitablemente más conversaciones ajenas de las que me gustaría escuchar.

Dos de ellas han sido sobre Evo. Una elegante señora, enfurecida, criticó al nuevo Presidente de Bolivia por romper el protocolo a donde va, por no quitarse su "mugroso suéter", por usar su indumentaria nativa y negarse a occidentalizarse, por no tener esposa que lo acompañe, por darle preferencia a su lengua materna sobre la lengua de los conquistadores (se llevaron el oro y nos dejaron el oro, diría Neruda al respecto) y por haber nombrado a una trabajadora doméstica como ministra.

Lo que más la alteró, sin embargo, fue el ritual que realizó en su pueblo de origen y con el grupo étnico al cual pertenece, antes de asistir a su toma de protesta como nuevo mandatario de Bolivia. No le repito todo lo que la señora dijo porque no es difícil de imaginar. Pero sí le digo que sólo mi educación me impidió intervenir en la conversación.

Apostaría doble contra sencillo a que esa señora fue una de las tantas que se emocionaron cuando Fox hizo público un ritual que debió ser privado al llevarse a los fotógrafos para que lo fotografiaran mientras se hincaba ante la Virgencita de Guadalupe.

O cuando su prudente hijita le dio un crucifijo para que no quedara duda de que a su papi el laicismo del Estado le importaba un bledo, cosa que confirmó a lo largo del sexenio, como bien ilustró su actitud ante Juárez, el besito público al anillo del Papa y otras cosas muy obvias para repetir.

El concepto del ritual de Fox y de Evo es, esencialmente, el mismo, pero las formas son muy diferentes. ¿Por qué a mucha gente le parece ridículo el del boliviano y normal el del mexicano? Creo que puede ser porque todo lo que cae fuera de nuestra occidental, cristiana y aburguesada mentalidad nos inquieta o disgusta.

No se trata de una cuestión de antigüedad porque las culturas prehispánicas están aquí desde antes de Cristo; tampoco de eficiencia, porque sus dioses son tan eficientes como los nuestros, de modo que es lo otro, sentir que nos están obligando a dejarlos entrar a nuestro círculo "civilizado".

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