Rosaura Barahona / Un respiro

AutorRosaura Barahona

Hoy, estimado lector, le pido permiso para respirar. Y prometo no repetirlo con frecuencia.

Quienes escribimos artículos de opinión debemos estar atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, de modo que siempre tenemos un ojo en el gato y el otro, en el garabato.

A menudo, sin embargo, leemos, vemos y escuchamos cosas tan preocupantes o dolorosas que, de verdad, como he dicho en alguna ocasión, dan ganas de decir: "Paren el mundo que me quiero bajar".

No lo hacemos porque no debemos, pero sí, de repente ponemos atención a cómo nos sentimos porque querámoslo o no, nuestro estado de ánimo se refleja en algunas de las cosas que escribimos y lo último que queremos hacer es proyectar pesimismo.

Por eso buscamos respiros. Cada quien a su manera. Quien esto escribe se encarama a la literatura, que ha sido su casita del árbol desde hace años.

Y como a estas alturas de la vida prefiero releer que estar a la vanguardia (nunca he estado), releo y lo curioso es que al hacerlo me descubro en la vanguardia porque el ser humano no ha cambiado un ápice desde que lo crearon.

La tecnología, la reducción del mundo, la apertura a posibilidades de vida jamás soñadas nos hacen sentir muy posmodernos, pero nuestro interior sigue sentado en un teatro griego, tratando de interpretar lo que los actores y el coro nos cuentan para aprender algo que nos ayude a ser, estar, existir y morir.

El martes, la sección Vida publicó una nota sobre cómo Hampshire, el condado inglés en donde nació, vivió y murió Jane Austen, conmemorará los 200 años de su muerte, el 18 de julio de 1817 (puede verse en elnorte.com/austen).

Austen es una de mis escritores favoritas, junto con las Brontë.

A la Austen y las Brontë se les ama o se les detesta. Como escritoras son un fenómeno no fácil de explicar porque en su época las mujeres no estudiaban ni escribían y cuando osaban hacerlo, les costaba mucho publicar.

La acusación más frecuente que se hace a Jane Austen es la de ser cursi y simplista. Por supuesto, si la leemos con ojos de la segunda mitad del siglo 20 para acá puede resultar ilegible, pero si nos ubicamos en su época y recordamos cómo era la literatura entonces, veremos que de cursi no tenía nada. Además su prosa, como la de las Brontë...

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