Rosaura Barahona / Paz vs. terrorismo

AutorRosaura Barahona

Los atentados en Bruselas ya no son sólo en Bruselas, como los atentados en Madrid o en donde sea. El mundo se ha compactado tanto que el concepto de país ha dejado de ser lo que era porque las antes rígidas fronteras se han difuminado.

Quienes hoy pueden comprar, en donde sea, zapatos italianos, vino francés, abrigos de piel argentinos o quesos españoles ignoran que hace unos años adquirir cualquiera de esas cosas exigía viajar al país que las producía. Hace poco, pasar de un país a otro en Europa requería pasaporte y cambiar de moneda. La creación de la Unión Europea no fue fácil y tampoco ha sido fácil sostenerla, pero eso cambió muchas cosas. Por eso hoy un atentado en donde sea duele como si fuera en casa. La lucha por la paz tiene muchos frentes; en los sistemas educativos universales uno de los elementos transversales y claves es la educación por la paz, pero casi no se nota.

Así como todo maestro, en nuestro caso, es maestro de español, así todo maestro debe ser un educador para la paz. No todos se capacitan, pero deberían hacerlo para que los niños y jóvenes comprendan que la paz empieza en cada uno de nosotros y que tenemos la responsabilidad de conservarla si está en nuestras manos hacerlo. Uno de los problemas que tiene el mundo en ese sentido es el fanatismo político o religioso que se manifiesta de diversas formas, entre otras, las exhortaciones de radicales retrógrados como Donald Trump, cuyo discurso político inicia fuegos que cuando se conviertan en incendios no podrá apagar.

Los fanáticos radicales provienen de grupos cerrados, incapaces de aceptar que hay otras formas de creer, de pensar y de actuar válidas y respetables. En todas las religiones hay grupos extremistas, pero no todos matan para convencer a los demás que deben pensar como ellos.

Los extremistas radicales crecen en un ambiente en donde la agresividad y la falta de caridad por el otro (diferente) son formas de vida naturales, y como desconocen las alternativas, siguen los mandamientos de su grupo o doctrina. Su sed de poder y control es insaciable y totalitaria, por eso no hay negociaciones posibles con ellos ni tampoco concesiones de ninguna índole. Si deciden...

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