Rosaura Barahona / Nacimientos

AutorRosaura Barahona

He sido "grinch" desde antes de saber quién era el "grinch". Cuando dejé de ser niña, algo perdí de la Navidad, celebración que en lo personal podría omitir sin ningún problema.

La Navidad me empalaga pronto y más cuando las grandes tiendas cuelgan esferas, adornan pinos y ponen villancicos desde septiembre. Pero como procuro ser correcta en lo social, me aguanto y disciplino primero por los hijos y después por los nietos y cumplo con los mínimos necesarios para pasarla como tal.

Los pinos por ajenos y extraños no me entusiasman, pero me encantan los Nacimientos o Belenes cuando son elaborados por diferentes culturas, de acuerdo con su cosmovisión y con los recursos que tienen.

Nunca coleccioné nada porque, como bien dice Sartre, nosotros tenemos la ilusión de que poseemos las cosas, cuando la verdad es que las cosas nos poseen a nosotros porque nos amarran y limitan.

Mi educación familiar me llevó a no ser apegada a lo material. Me desprendo de todo con facilidad porque siempre le he apostado a las personas, no a los objetos. Pero me cuesta mucho dejar a mi familia y a mis amigos indudables que son parte de mí en muchos sentidos.

Por eso temí siempre coleccionar algo que no fueran afectos: me inquieta limitar mi libertad para moverme cuando se me ofrezca o se me antoje, temo al dolor de la separación de algo buscado y atesorado y me aterra que el interés por coleccionar se vuelva obsesión.

Cuando me tocó viajar mucho por mi colaboración con la Organización del Bachillerato Internacional descubrí los Nacimientos étnicos y me encantaron.

Pronto en mi casa estaban, además del tradicional, uno de peruanos con sus gorros típicos, otro ecuatoriano en donde todos los personajes son negros y están vestidos con ropa tropical y los Reyes ofrecen frutas al Niño, otro de tarahumaras en donde el Niño, la Virgen y San José visten de manta y traen su cinta roja en la cintura y en la cabeza.

Mis amigos y amigas empezaron a regalarme algunos y la colección involuntaria fue creciendo para placer de su dueña que disfruta enormemente la interpretación que cada cultura hace del nacimiento del Niño Jesús "a su imagen y semejanza".

Me comería el espacio si tratara de describirlos todos, pero le contaré de dos: en el de Alaska todos visten de...

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