Rosaura Barahona / Mar eterno

AutorRosaura Barahona

Como miles de mexicanos, esta columna está triste, pero agradecida. Triste por la muerte de José Emilio Pacheco, pero muy agradecida por su existencia.

José Emilio murió joven porque, en estos tiempos, tener 74 años no es tener tantos como antes.

Envejecer no es fácil. Como me dijo alguna vez Elías Nandino, otro gran poeta: "El problema es que mi mente y mi espíritu siguen teniendo 20 años, pero el cuerpo ya no responde".

Por eso digo que José Emilio murió joven. Ni su lucidez ni su generosidad, excepcionales, le permitieron ser viejo.

Encontrarse como lector con José Emilio es como su poema "Mar Eterno": "Digamos que no tiene comienzo el mar/ Empieza donde lo hallas por vez primera/ y te sale al encuentro por todas partes".

Y así es José Emilio: una vez descubierto, nos sale por todas partes.

Hace poco me tocó revisar "Las Batallas en el Desierto" con uno de mis sobrinos nietos cuyo vínculo con la lectura no es (¿era?) muy fuerte. Al principio tenía cierta resistencia hacia la tarea, pero conforme ahondó en la prosa sencilla y clara de su autor se fue metiendo en la historia y la obra se abrió para descubrirle muchas de las cosas que duermen en sus renglones.

Y es que, como dice el propio José Emilio: "Si le gustaron mis versos qué más da que sean míos/ de otros/ de nadie. / En realidad los poemas que leyó son de usted: Usted, su autor, que los inventa al leerlos".

Y es verdad: la literatura no existe hasta que alguien la lee. Para cobrar vida, los autores de obras literarias (y del arte en general), de cualquier época y género, necesitan tener un cómplice: usted o yo que las revivimos tras horas o siglos de haber sido escritas o elaboradas.

José Emilio no sólo fue un intelectual erudito, sino sabio. ¿Cuál es la diferencia? El erudito reúne un cúmulo de conocimientos casi increíbles, pero a menudo se encierra en sí mismo con ellos, aunque siga generando erudición que puede beneficiar al mundo.

En cambio, la sabiduría exige además de los conocimientos, introspección para tratar de conocerse a fondo y reflexión sobre lo vivido; aprender de las experiencias propias nos ayuda a dar sentido a la vida y a nuestra posición en el mundo.

Montaigne decía: "Aunque podamos ser eruditos por el saber de otro, sólo podemos ser sabios por nuestra propia sabiduría".

...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR