Rosaura Barahona / En el mapa mundial

AutorRosaura Barahona

Salir de México para vivir o estudiar en otro país nos hace aprender mucho del nuestro porque la perspectiva cambia y nosotros también. Al vivir otra cultura descubrimos diferencias, carencias y ventajas de la propia, pero también alternativas antes no consideradas por diversas razones.

Cuando nosotros vivimos tres años en Madrid como estudiantes, recibimos las visita de muchos regiomontanos, la mayoría de los cuales eran amigos del primo de la vecina de un conocido, pero les decían que estábamos allá y nos llamaban.

Muchos de esos visitantes creían que México era el ombligo del mundo y se ofendían cuando alguien les preguntaban si conocían a su tío que había hecho "las Américas" y tenía una panadería en Buenos Aires, Argentina.

México, para millones y millones de personas en el mundo no está en su mapa geográfico. Así como nosotros percibimos a África como un continente lleno de "países raros", en donde no podemos ubicar con facilidad a Chad, Tanzania, Nigeria o Sudán, así se perciben los países latinoamericanos por otros lares: Colombia, Perú, Nicaragua o México andan por ahí, pero pocos saben o se interesan en saber en dónde.

Quizá por eso mucha gente se emocionó cuando el entonces Presidente Carlos Salinas anunció que pondría a México en el mapa mundial como un país del Primer Mundo a través del neoliberalismo que, por supuesto, no lo ha logrado.

Sin embargo, hoy, triste paradoja, México está en ese mapa mundial, por muchas razones:

Estamos en los primeros lugares de obesidad adulta e infantil en el mundo.

Estamos en los últimos lugares de educación en la evaluación de la OCDE, aunque el presupuesto oficial asignado a ello sea uno de los más altos, con lo cual comprobamos el oneroso costo de la ineficiencia.

Estamos entre los países más corruptos del mundo.

Estamos entre los países menos transparentes del mundo.

Nuestros traficantes ocupan un lugar de honor entre los más famosos del mundo.

Somos uno de los países que más refrescos de cola consume en el mundo.

Tenemos algunas de las ciudades más contaminadas del mundo.

Tenemos uno de los sistemas de salud más caros y más ineficaces del mundo.

En teoría, tenemos leyes e instituciones maravillosas, pero las primeras se aplican discrecionalmente y las segundas conservan su maravilla sólo en teoría porque, en la realidad, son endebles y no...

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