Rosaura Barahona / Evasiones

AutorRosaura Barahona

Hay muchos tipos de evasión. Por ejemplo, la evasión de impuestos tan popular en este País lleva a algunos contribuyentes a no pagar los impuestos necesarios para, en teoría, sostener el funcionamiento del Estado.

Por desgracia, en México nuestros impuestos sostienen la vida desvergonzada de los políticos, sus amantes en turno, la infraestructura mal hecha, las obras inacabadas cuyos responsables no rinden cuentas jamás, los hospitales públicos paralizados en el tiempo y las deudas impagables de los Gobiernos... entre otras cosas. No justifico la evasión de impuestos, pero la comprendo.

Luego están las evasiones de las cárceles, tema predilecto de muchas películas y novelas. En esa modalidad, se incluye la evasión no-evasión de la cárcel; ésta se da cuando las o los directores de las prisiones permiten a los encarcelados salir a recrearse o a actuar como sicarios de determinado grupo... siempre y cuando regresen a dormir.

Después tenemos la evasión de algunos compromisos. Con esa herencia cultural que impide a muchos mexicanos decir "No", aceptamos más compromisos de los deseados y después nos ponemos a inventar excusas para evadirlos. En otros países dicen: "Gracias, pero no puedo ir" y se acabó el asunto. Ni siquiera se debe explicar por qué.

Otra es la evasión de la verdad. Una de sus formas más comunes es instalarse en la negación. Cuando alguien enfrenta o debe enfrentar un dolor inmenso o preparase para la muerte de un ser querido, su espíritu busca un respiro: "No, no se va a morir, todo saldrá bien...", "No, no tiene retraso de ningún tipo, sólo es flojo para...".

Esa evasión se da también cuando hacemos algo vergonzoso o dañino. La mente se vuelve selectiva y recuerda sólo el esqueleto de lo hecho y lo va rellenando con una versión modificada de nuestro comportamiento, en donde nosotros salimos bien parados.

Y luego está la evasión de la realidad bajo formas sencillas o complejas de adicciones de cualquier tipo como el deporte, el juego, el sexo, las compras, la religión y la comida, entre otros.

Los drogadictos tirados en un sillón semimuertos se parecen mucho a quienes todo el tiempo ansían irse a las maquinitas porque ahí, dicen, se les olvida todo, incluso sus problemas económicos, los cuales agravan cuando pierden (o sea, a...

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