Rosaura Barahona / Don Alejo Garza Tamez

AutorRosaura Barahona

A lo largo de la historia nos encontramos con muchos casos de personas o grupos sociales que defienden algo, material o inmaterial, con su vida. Algo que puede entregarse a quien lo desea ya sea para apropiárselo o para aniquilarlo.

Por ejemplo, dentro del género "western" hay numerosas películas cuyo argumento central es la defensa de algo en función del honor: la familia, las tierras, la casa, el rancho, los pozos de agua o el ganado.

Esas películas han sido comparadas con las tragedias griegas, en tanto narran el surgimiento de un pueblo y, de alguna forma, de una cultura. Pero entenderlas así exige verlas con una mentalidad que va más allá de los caballos y de los vaqueros buenos o malos.

En "High Noon" ("Solo ante el Peligro" o "A la Hora Señalada"), Gary Cooper, sheriff del pueblo, se casa con Grace Kelly, cuáquera, cuya religión le prohíbe la violencia. Su esposo acepta dejar su puesto para buscar una vida más pacífica.

Cuando van saliendo del pueblo, le avisan que un asesino a quien él encarceló viene a matarlo en el tren del mediodía. Mientras permaneció en prisión, el pueblo estuvo libre de abusos y la gente le pide al sheriff que lo enfrente. Él acepta y les pide ayuda, pero todos se la niegan y lo dejan solo para defender el pueblo y su honor.

Carl Foreman, el guionista, debió presentarse ante el Comité de Actividades Antiestadounidenses creado por McCarthy, en la época del anticomunismo exacerbado de Estados Unidos. Como Foreman se amparó en su honor y se negó a denunciar a los supuestos comunistas en Hollywood, lo pusieron en la lista negra y muchos de sus amigos lo abandonaron; la película es una alegoría de esa experiencia.

El lunes pasado leímos una historia dolorosa que ilustra lo anterior: los narcotraficantes exigieron a don Alejo Garza Tamez, un hombre de bien de 77 años, entregar en 24 horas su rancho en las cercanías de la presa Padilla, a 15 kilómetros de Ciudad Victoria. Por su ubicación, la propiedad sería estratégica para ellos. Les respondió que no lo entregaría y que los estaría esperando al día siguiente.

Según declaró una de sus hijas a los medios, ya otros propietarios habían entregado sus ranchos ante el temor de ser asesinados.

Don Alejo pidió a sus trabajadores no presentarse al día siguiente y se dedicó a sacar armas diversas para colocarlas en puertas y ventanas del rancho. Era, según...

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