Rosaura Barahona / La dignidad del fin

AutorRosaura Barahona

No quiero iniciar el año con un artículo negro. Material sobra, pero en éste que es (o hemos hecho) un día especial, no es bueno leer sobre el iceberg de nuestro particular Titanic.

Si fuera tren, este Titanic estaría entrando a otro túnel en cuyo final brilla una famosa luz de la que nos han hablado sexenio tras sexenio, sin jamás haberla alcanzado. A propósito de eso, alguien acaba de escribir con un macabro sentido del humor, que ya no la veremos porque la cortaron por falta de pago.

Pero luz o no luz al final del túnel, nos toca lo mismo de siempre: prepararnos para enfrentar lo que venga de la mejor manera posible.

Aprender a escribir guiones para películas es muy interesante. El guionista es obligado a analizar muchas cosas: la historia que desea contar, las razones por las cuales desea contarla, a quién la contará, los personajes a través de los cuales la contará, cómo empezará, cómo la estructurará y cómo la terminará.

Por supuesto, cada una de esas cosas tiene una serie de planteamientos internos sobre los cuales toma tiempo reflexionar y, a menudo, decidir.

Los expertos en guiones no se ponen de acuerdo. Algunos dicen que lo principal es el tema, otros que la trama, unos más que los personajes, el inicio, el manejo del tiempo o el final. Y sus argumentos casi siempre son convincentes.

Explicar cada uno de sus puntos tomaría un libro, pero deseo ocuparme, por lo menos, de los finales. De algún modo, si la nada alentadora etapa anunciada estará complicada y difícil, es un buen ejercicio imaginar qué final nos gustaría darle y cómo podemos nosotros, comparsas de la película, influir para alcanzarlo.

En el número de septiembre/octubre de 2008 de la revista Creative Screen Writing, Karl Iglesias escribió un artículo sobre los finales en las películas. Dice, entre otras cosas, que hay tres tipos de finales: el feliz, el trágico y el agridulce. Yo creo que también está el abierto, pero Iglesias no lo menciona.

En un final feliz, el o la protagonista vence todos los obstáculos que le impedían alcanzar su meta, el antagonista desaparece, se muere o se vuelve bueno y todo termina en un tono positivo y alentador (aunque sea mentira). Deja un sabor de boca dulce.

En el trágico, el antagonista gana y el protagonista desaparece, se muere o se vuelve malo y todo hace adivinar un futuro oscuro y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR