Rosaura Barahona / Se desmorona la casa

AutorRosaura Barahona

Para muchos de nosotros, nuestra casa es la más hermosa del mundo por una razón esencial: porque es nuestra.

Para algunos es incomprensible que las estrellas del espectáculo en cuanto reciben dinero en carretillas se llenen de casas con la ilusión de poseerlas; ignoran que terminan por ser poseídos por ellas.

Con frecuencia Top Magazzine trae fotos de esas casotas: 32 millones de dólares la de Cameron Diaz, 4.6 millones la de Ben Affleck, casi 10 millones el penthouse de J.Lo y la naquísima mansión del epítome de los nuevos ricos, el pobre Trump, quien lo único que tiene es dinero con el que ni siquiera puede saciar sus ansias de respeto.

Con decenas de recámaras, canchas y todo lo imaginable no son hogares ni casas, sino hoteles. Sus compradores son seres que necesitan reafirmarse como personas. Al presumir estos espacios costosos hacen lo que ellos llaman un "statement", o sea, una declaración abierta de, en este caso, su nueva riqueza.

Nuestra casa somos nosotros. Si es tiesa, artificial, acogedora, elegante, ostentosa, rígida, tranquila, agradable, sucia, ordenada o inhóspita, no es porque la casa así lo sea, sino porque así la hemos hecho.

El domingo leímos una noticia que nos puso los pelos de punta. Un par de hermanos viejos, habitantes de una casa ubicada en el centro de la ciudad, fueron denunciados por los vecinos. Las ratas y las cucarachas salían por montones de su casa, junto con olores insoportables.

Cuando las autoridades llegaron debieron entrar con tapabocas: los ancianos habían acumulado toneladas (no es metáfora) de basura a lo largo de quién sabe cuántos años y vivían en medio de ella porque era "su casa".

Los mexicanos no apreciamos el tamaño de nuestras casas. Los europeos viven en departamentos que se van acondicionando de acuerdo a los cambios que viven las familias. Y salvo excepciones, son espacios que a nosotros nos parecen siempre reducidos, pero que a ellos les resultan de lo más cómodo.

Quienes han vivido en Japón cuentan del tamaño y del costo de los departamentos y las casas. Pensar allá en una casa que tenga 200 ó 300 metros de construcción, con jardín y doble cochera es insólito si hablamos de una familia de clase media.

Nosotros, habitantes de territorios enormes, amamos los espacios abiertos y amplios, pero no todos podemos tenerlos. Por eso los contrastes: desde mansiones insultantes hasta casas de lámina y cartón, pasando por las casas (o pie de casa) tipo Infonavit, de 70 metros de construcción.

Muchos...

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