Rosaura Barahona / Contingencia

AutorRosaura Barahona

Hace poco me invitaron a un programa de radio en Los Cabos. Fui en calidad de invitada foránea y discutimos, entre otras cosas, los principales problemas de algunas ciudades en México.

Un invitado local dijo que Monterrey era una metrópoli ejemplar: limpia y ordenada.

Al oírlo me quedé casi muda, pero al llegar mi turno le expliqué cómo era el Monterrey actual. Reconoció que había visitado la Ciudad hacía 20 años y no había vuelto; entonces le aclaré que ya no es así.

Gracias a esa misma persona aprendí que mi percepción de Los Cabos poco tiene que ver con la de los locales que consideran que en el puerto hay mucho tránsito y que la gente maneja mal, cuando para mí manejar por esos lares es una delicia porque se maneja con calma, te dan el paso, no aceleran cuando pones la direccional y no hay congestionamientos ni paralizaciones vehiculares eternas.

En lo que todos estuvimos de acuerdo fue en la falta de contaminación en la zona de Baja California Sur. Quienes están acostumbrados a ver el cielo azul la mayor parte del año, no lo aprecian como lo apreciamos los que llegamos de una ciudad cubierta por una campana gigantesca de smog en la que nos sumergimos al entrar a la metrópoli.

Si usted viene de Saltillo o baja de Chipinque hacia Monterrey ve esa nube grisácea que casi se puede tocar de tan densa que es. Veneno puro, y nosotros, los habitantes de esta famosa Ciudad, respiramos esa porquería todo el tiempo, sin aceptar, bien a bien, el daño que nos provoca a todos y, en particular, a quienes tenemos problemas respiratorios.

Hay quien ingenuamente cree que si no sale de su casa no respira contaminación. Respira menos contaminación, pero sí la respira porque la calidad del aire es la misma.

La contaminación en este valle de la M ya no es esporádica, sino continua. Y dadas las condiciones actuales de vida, cada vez será más frecuente tener precontingencias y contingencias ambientales.

Un día o dos antes de Navidad, Facebook se llenó de quejas de regiomontanos parados en embotellamientos inmensos por todos lados de la Ciudad. Eso, por supuesto, empeora la calidad del aire porque todos los carros echan sus contaminantes al aire durante horas y el valle se encarga de arroparlos y no dejarlos salir por días.

Roberto Russildi...

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