Rosaura Barahona / Ciudades y comunidades

AutorRosaura Barahona

Aunque ahora están suspendidas las ejecuciones locales por arte de quién sabe qué mágicas negociaciones, la fragilidad anímica que nos ha dejado la violencia sigue presente. El temor no lo hemos perdido y no lo perderemos mientras se sigan cometiendo crímenes inexplicables y horrendos.

Si bien todo crimen es injustificable, de repente la sabiduría popular se impone a nuestra razón y nos recuerda que quien a hierro mata a hierro muere, lo cual no siempre es cierto, pero con frecuencia lo es.

Y no es que asumamos la actitud de algunas personas que rezan para que los criminales se acaben entre ellos, sino que comprendemos que, por desgracia, si alguien creció dentro de un ambiente en donde las oportunidades de sobrevivir tenían que ver con lo delictivo, es comprensible que se hayan inclinado por ello. No nos tranquiliza ni deja de dolernos, pero dentro de lo absurdo e injusto de la situación, nos parece entendible.

Sin embargo, cuando una banda de drogadictos secuestra a un niño y aunque pide rescate por él, decide matarlo, destazarlo y tirar su cuerpo en algún lado del cual no puede acordarse más tarde, nada es explicable ni comprensible.

Como tampoco lo es que un padre de familia, de un colegio privado en México, DF, llegue a primera hora de la mañana a la oficina de una directora y le meta cuatro balazos en la cabeza.

Ni menos que una niña de 14 años sea asesinada con una piedra de diez kilos.

Y mucho menos que en Estados Unidos una madre, harta del llanto de su hijo, lo meta al horno de microondas y lo deje ahí hasta que muera.

Cuando se habla de salud mental urbana, una de las cosas en las que más insisten los expertos es en el tamaño de las ciudades frente a lo que ellos llaman comunidades. La diferencia no es sólo cuestión de términos, sino de conceptos.

Una ciudad es, o se espera que sea, un conglomerado habitacional en el que se reúne un grupo de pobladores cuyo número va aumentando en función del potencial que ese ámbito les ofrezca para vivir como ellos consideren adecuado.

Toman en cuenta factores como la geografía, el clima, la infraestructura de la ciudad, la calidad de los servicios urbanos, las oportunidades educativas, de salud y laborales, las posibilidades de diversión y comunicación, el potencial de crecimiento y desarrollo para cada uno de los...

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