Rosaura Barahona / Choque cultural

AutorRosaura Barahona

Pasar de una cultura a otra sin tener las claves de la segunda puede provocar una especie de extravío, de confusión y de desorientación en quien llega a una cultura ajena. A eso se le llama "choque cultural", por aquello de la colisión más o menos perturbadora que sufrimos cuando debemos cambiar nuestros patrones culturales, por lo menos temporalmente.

Hace poco di un taller para un grupo de extranjeros que trabajará a México. La experiencia nos ha enseñado que traerlos, darles la bienvenida, explicarles en qué consiste su trabajo y soltarlos para que se adapten a este País, no es recomendable. Mientras hicimos eso pudimos comprobar que pronto aparecían, de uno en uno o de sopetón, los síntomas de cualquier choque cultural.

Al no entender la cultura a la cual se enfrentan, tienen dolores de cabeza o estómago recurrentes, tristeza, apatía, indiferencia o desinterés antes lo nuevo, deseos incontrolables por comer cosas que no se consiguen aquí, desagrado por la dieta local, sueño excesivo, hipersensibilidad, aislamiento, rechazo a lo local y un anhelo continuo de volver a su cultura... entre otros.

Los seres humanos tendemos a ser etnocentristas; creemos que nuestras tradiciones y costumbres son las debidas y nuestra forma de ver el mundo, la única correcta. Eso hace que nos acerquemos prejuiciados a otras culturas y en lugar de asumir una posición comprensiva y abierta ante ellas, juzgamos su lenguaje, costumbres, comida, música y horarios desde nuestra propia perspectiva. Si algo se desvía de lo que nosotros esperamos, es contrario a lo que conocemos, se da fuera de nuestro concepto de orden o rompe con nuestros esquemas mentales, emitimos juicios contundentes, siempre a nuestro favor.

Quienes sufren un choque cultural buscan crear un mundo lo más cercano posible a su propia cultura y se refugian entre sus paisanos para quejarse juntos de todo lo que no entienden o les desagrada. Ahí, en ese refugio, se sienten tranquilos y a salvo. Es en él donde toman fuerzas para seguir adelante hasta que su contrato se venza.

Por supuesto, no me refiero a quienes sí se adaptan con bastante facilidad a una forma de vida distinta a la propia. Ellos también sufren embates del choque cultural, pero logran superarlos y se integran al panorama anímico y local del sitio que les deparó el destino.

Curiosamente (o no tanto), los...

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