Rosas para el recuerdo

AutorAlejandra Atilano

Un rosal es como un símbolo de vida. Con la belleza en sus rosas y el dolor en las espinas.

Es precisamente con un rosal como la asociación civil El Mesón de la Misericordia mantiene vivo el recuerdo de las personas que se adelantaron en el camino como consecuencia del sida.

"Es también una forma viva de tener presente a la persona que no murió, simplemente está en otra dimensión, en la plenitud espiritual. El rosal y sus flores nos recuerdan que ese ser querido sigue floreciendo, que está vivo y presente, aunque ahora ya no lo vemos y no lo escuchamos", explicó Beatriz Jarero, directora de la asociación.

Cada una de las personas que ha fallecido por esta enfermedad y que recibió apoyo de esta asociación tiene su propio rosal.

En una ceremonia llamada "la misa del rosal" la planta se le entrega a sus familiares o amigos, para que ellos se la lleven a su casa y la planten en su jardín o en una maceta.

Hace unos días se llevó cabo en el mesón una misa de rosal y en esta ocasión entregaron nueve rosales a sus respectivas familias, de cada maceta colgaba un letrero con un nombre: Alfonso, Ismael, Alejandro, Cecilia, Jessica, Teresa, Orbeli, Luis y Alejandra.

Durante la ceremonia, un integrante de cada familia se encargó de recoger el rosal y llevarlo al altar.

Después, el padre que ofició la misa los invitaba a compartir una experiencia o dar unas palabras sobre su familiar, pero muchos no pudieron hacerlo porque las lágrimas y el dolor no los dejaban hablar y solo pudieron decir "gracias".

Con este rosal, la familia se lleva un poco de esa persona que se marchó para que siga presente en su vida, y cuando miren a la planta y vean que un nuevo botón va a brotar, se acuerden que así fue la vida de su ser querido, llena de momentos felices e imborrables.

Entre todos los rosales que se entregaron esa mañana, había uno especial que llevaba los nombres de las nueve personas, esa planta se quedó en el jardín y al finalizar la misa todos los asistentes ayudaron para plantarlo en una maceta.

En silencio, las personas decían adiós a esa persona que se adelantó en el camino. Una madre, una hija, un hermano, una hermana, un padre.

El dolor fue compartido, pero también la sensación de que no se fue para siempre, que está en otro lugar, quizás...

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