Rompen en teatro círculo violento

AutorYanireth Israde

Mujeres maltratadas, ex presidiarios y jóvenes que fueron detenidos por sus "conflictos con la ley" acuden todos los días al Foro Shakespeare para ensayar Medea material, una tragedia que estremece y cura.

Porque el relato de Eurípides sobre la mujer que se desquicia y mata a sus hijos tras descubrir la traición de su esposo, es una historia de violencia que "se repite, se repite, se repite y repite", señala la actriz Itari Marta, directora del montaje, previsto para estrenarse el 25 de febrero.

"La verdadera tragedia radica en que no te des cuenta y caigas en el camino que intentabas evitar". Por eso estremece, desafía, dice.

"También sana", contrasta Evelyna, de 36 años, una mujer silenciosa, que no acostumbraba saludar a las personas, ni hablar con ellas y cuyo cuerpo encorvado entorpecía sus movimientos.

"Aprendí aquí algo tan básico como que tienes que tomar la responsabilidad de tu cuerpo para que no choques cuando caminas. Es un ejemplo de cómo debes tomar, con decisiones, las riendas de tu vida", relata Evelyna.

Las 22 mujeres y los cuatro hombres que actúan en esta obra fueron convocados por el Foro Shakespeare en la calle, en el metro, en espacios públicos o por invitación personal, y todos confirman lo que dice Itari Marta sobre el círculo amor, traición, odio, muerte.

Allí está la lista que recibía Rosalinda, de 62 años, con las indicaciones de su esposo acerca de lo que debía o no debía hacer, a qué hora levantarse, cuándo bañarse, el horario para el desayuno, los libros para leer, la ropa que podía ponerse y las amistades aprobadas.

Allí está el martillo con el que Rosalinda pretendió parar una golpiza, sin atreverse, porque la asustó su fuerza, ella que no teme a las arañas, al menos lleva una, en forma de anillo, que cubre el dedo anular.

¿Qué dirían las monjas que la educaron en la escuela si usaba el martillo?, se pregunta, las mismas que censuraban a las alumnas por usar pantalones: "el uniforme del diablo".

De varones controladores escapó también Adriana, de 27 años, una actriz de voz enérgica, cabello largo, lacio y negro, como sus ojos, esmerilados cuando se enoja.

"Mi temperamento es fuerte pero no sé qué tenía él. Me hice adicta a la violencia. Si no había pelea ¿qué nos retenía juntos?. No era feliz sin él, pero tampoco con él", recuerda.

A Norma, periodista de 45 años, tampoco le complacía la mujer que miraba en el espejo.

"Cómo es posible que me pase a mí esto, pensaba, yo que estudié, yo que soy periodista, qué...

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