Rompe distancia por un guajolote

AutorJorge Ricardo

OAXACA.- Nadie recordaba ya cuándo, dónde, cómo había sido la última vez que el Presidente había abierto la ventanilla del auto, repartido apretones de manos, tocado la cabeza de alguien. Cuándo se había bajado de la camioneta en una de sus giras por el país, a pesar del riesgo de contagio de Covid-19, para hacer lo que más le gusta: recibir la admiración, el cariño de la gente.

"Me lo tienen prohibido, pero ya, ya va a haber tiempo", dijo dando saludos. Rompiendo la sana distancia, como si ya estuviera vacunado contra el virus.

En el tumulto que se había formado a su alrededor, afuera de la camioneta de la que se bajó para recibir un guajolote, un joven llegó a decirle: "¡Yo te pinté, Andrés Manuel!".

Víctor Arquín había estampado su caricatura del Presidente, más la frase "4T Me Canso Ganso", en el cemento de la estación de espera del camino rural de la comunidad de Santa Ana, a dos horas de la capital, en la Sierra Sur de Oaxaca. Seis kilómetros y medio de cemento y piedra de 27 millones de recursos públicos.

A la gente se le había impedido el paso a 5 kilómetros de donde se realizó el acto. Detrás de las rejas se quedó una banda de música que tocaba y tocaba sones, y un centenar de personas que llegaron a saludarlo y pedirle algo. O a presumirle algo.

Fernando Martínez Aguilar, un hombre de 32 años, ciego de nacimiento, quería decirle al mandatario que quiere gobernar a su pueblo siguiendo su ejemplo.

"Yo se lo comenté hace más del año que lo saludé y ahora ya estamos listos: voy a decirle que el próximo año seré candidato ciudadano a la Presidencia de Miahuatlán de Porfirio Díaz.

"Hay gente que aparte de ser ciega de los ojos, está ciega de egoísmo y de ambición", añadió para justificar su idea. Y que él en 2006 oyó por primera vez al Presidente y lo ha imaginado incluso físicamente, porque alguna vez lo ha abrazado.

"Yo no lo he visto, pero siento que en su semblante se ve la bondad y las buenas intenciones", dijo, con cubrebocas, y bastón en la mano.

En medio de los sones, todos miraban por si ya venía de regreso el mandatario. O redactaban a toda prisa sus peticiones en una hoja de cuaderno. Otros nada más miraban el nuevo camino de 4.5 millones por kilómetro.

"Este si es camino, mire", dijo Martiniano González Vázquez, indígena de 63, 64 o 65 años. La gorra vieja, los huaraches empolvados, el cubrebocas con tela de paliacate en el cuello. "Allá en Paloma Linda, nosotros pedimos esto, lo otro. Estamos yendo, lo pedimos, 'vamos a ver...

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