Romeo y Julieta: La fuerza del amor

AutorGuadalupe Loaeza

Independientemente de la belleza que nos ofrece, la obra Romeo y Julieta guarda un interés particular, ya que fue la primera tragedia, la primera obra maestra, escrita por Shakespeare. Veintiocho años contaba el poeta que sabía, como dijera un historiador literario de su época, convertir en oro el plomo, cuando escribió este milagro de juventud y de inspiración.

Puesto que nos encontramos en domingo, día de descanso, los invito a la bella Verona, donde viven dos familias sumamente poderosas. Ambas pertenecen a un mismo abolengo. Nos referimos, naturalmente, a los Capuleto y a los Montesco, enemigos entre ellos, acérrimos. Estas dos familias han heredado antiguos rencores, los cuales no hacen más que desencadenar nuevos disturbios, con sus sangrientas disputas. ¡Qué tanto odio se respirará entre ellos que hasta los criados de ambas casas se provocan y buscan pleito.

Nos encontramos en la plaza pública. Vemos a Sansón y a Gregorio, de la casa de los Capuleto, armados con espadas y broqueles para enfrentarse con los criados de los Montesco. Hay tantas cuentas que saldar entre ellos que incluso los jóvenes, parientes respectivos de las dos familias, entran en conflicto y acaban batiéndose en duelo. Ya es tan frecuente este tipo de confrontaciones que el Príncipe Escalo, la más alta autoridad, se ve obligado a poner un alto a todo este odio y decreta, bajo pena de muerte, la prohibición formal de batirse en su ciudad.

¿Pero de dónde salió tanto odio entre los Montesco y los Capuleto?, ¿por asuntos de dinero, por cuestiones de honor?, ¿quién empezó tanto odio? Por incomprensible que nos resulte, ni ellos mismos se acuerdan por qué. Ya han olvidado la causa de su pleito, pero siguen golpeándose e insultándose nada más por fanfarronada, casi podríamos decir que por costumbre.

Gracias a unos campesinos, nos enteramos que los Capuleto deciden organizar un baile de disfraces para permitir que Julieta, su joven hija, se encuentre con Paris, quien está interesado en pedir su mano. La Condesa Capuleto considera que ya está en edad razonable, aunque todavía no ha cumplido 14 años, para pensar en el matrimonio.

"Otras más jóvenes que vos hay aquí en Verona que ya son madres... yo misma era vuestra madre mucho antes de esa edad en que vos sois todavía una doncella... en breves palabras Paris os solicita por esposa". Julieta es demasiado joven y no ha conocido muchachos, pero sueña con el gran amor, espera que al ver al que le han asignado como marido, pueda enamorarse de él. De todas formas, como hija obediente, deberá acatar los deseos de sus padres, cual corresponde a una chica de su época y condición social.

Persuadido por Benvolio, Romeo acepta asistir a la fiesta de los Capuleto, llevado por su deseo de ver a Rosalina, de quien está enamorado. La intención de Benvolio es que su amigo compare a la mujer amada con otras bellezas de Verona que estarán presentes en el baile, para que su amigo vea que, en realidad, no se trata del gran amor de...

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