Rogelio Ríos / Tres y uno

AutorRogelio Ríos

Es tiempo de ajustar cuentas con los jueces penales: tres de ellos enfrentan en Chihuahua un cuestionamiento severo a sus funciones y han sido suspendidos; otro, en Nuevo León, aguarda justicia después de haber pagado con su vida su alto sentimiento del deber.

Catalina Ochoa, Nezahualcóyotl Zúñiga y Rafael Boudid, jueces del tribunal oral chihuahuense que absolvieron al acusado de homicidio Sergio Barraza en el caso de Rubí Frayre, hicieron su trabajo técnico a la letra, se apegaron impecablemente al procedimiento y el resultado no pudo ser más desastroso: no sólo Rubí, la víctima, sigue sin recibir justicia, sino que su madre Marisela Escobedo fue asesinada brutalmente y el sospechoso de ambos crímenes sigue prófugo, a pesar de sus manifestaciones públicas de culpabilidad mostradas en videos recientes. Los tres han quedado en deuda grave con la sociedad.

El Juez Ernesto Palacios, por su parte, cumple su tercer aniversario como víctima del crimen organizado por atreverse valientemente -porque pudo haberlo rechazado- a revisar bajo su jurisdicción los casos de peligrosos narcotraficantes que, a la postre, le costarían le vida.

En Monterrey, un juez que no se arredró para cumplir con su deber más allá de los tecnicismos legales y las interpretaciones literales de los códigos, no recibe la justicia al elevado nivel en el que siempre la impartió. La sociedad nuevoleonesa sigue en deuda con él.

Qué lamentable el caso de los jueces de Chihuahua, qué triste es ver que personas de tan alta responsabilidad como lo es el manejo de la libertad -el bien más preciado por una persona- exhiban una actitud defensiva a toda costa en sus argumentos y pretendan evadir su responsabilidad moral en el caso Rubí con argumentos legalistas, como suelen decir los abogados.

En el caso de ellos se encarna un profundo reclamo social de los mexicanos por una procuración de justicia que, en vez de lastimarlos una y otra vez en sus dignidades y patrimonios, ayude a resarcir los agravios recibidos: los verdugos evaden su culpa; las víctimas quedan a su suerte.

Cualquiera que ponga un pie en un juzgado mexicano (penal, civil, de lo familiar, etcétera) percibirá que sus posibilidades de recibir justicia mediante un proceso imparcial y expedito son prácticamente nulas al tener que navegar por el mar traicionero de los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR