Rogelio Ríos Herrán / Norteamericanos

AutorRogelio Ríos Herrán

¿Qué tiene que ver con nuestro entorno inmediato la detención de 17 personas en Ontario, Canadá, el sábado 3 de junio, acusadas de conspirar para llevar cabo un ataque terrorista en contra de la población canadiense?

Nada o casi nada, si pensamos exclusivamente como mexicanos. Tiene todo qué ver, por el contrario, si pensamos como norteamericanos, es decir, como habitantes de la región que se extiende del Río Suchiate hasta tierras canadienses y para quienes lo que sucede con la seguridad de un lugar incide en la seguridad de toda la zona.

El caso de los acusados de conspiración terrorista en Canadá es preocupante para Norteamérica porque deja al descubierto varias cosas: las fronteras inmensas entre México, Estados Unidos y Canadá (tres mil kilómetros entre los dos primeros, y más de 5 mil kilómetros entre EU y Canadá) presentan un desafío de seguridad que no puede ser enfrentado únicamente con vigilancia sobre el terreno, sino con un trabajo conjunto de inteligencia entre los tres países.

En segundo término, el debate vuelve a encenderse en un país norteamericano sobre la prioridad de la seguridad frente a las libertades civiles, la migración y la profesión de fe. ¿Qué solución darán los canadienses a ese problema?

De los 17 acusados, cinco son menores de 18 años. Todos son ciudadanos o residentes canadienses, creyentes musulmanes, y seis de ellos feligreses de la misma mezquita, dos de ellos están en prisión por posesión de armas, de acuerdo a información del New York Times.

Su plan, según la Real Policía Montada de Canadá, era fabricar bombas a partir de tres toneladas de un fertilizante mezclado con combustible para atacar el Parlamento canadiense, tomar rehenes y decapitarlos si su demanda no fuera cumplida: el retiro de las tropas canadienses en Afganistán, según los fiscales canadienses.

Una bomba construida de manera similar, pero con una tonelada del fertilizante, fue la que mató a 168 personas en el atentado en Oklahoma en 1995.

Las reacciones hostiles a los musulmanes canadienses no se han hecho esperar. En Toronto, una mezquita fue apedreada el mismo día de las detenciones. Un 2 por ciento de la población de 33 millones de canadienses profesa la fe islámica.

La policía canadiense investiga las posibles conexiones foráneas del grupo terrorista, incluyendo a Al-Qaeda y a cinco naciones cuyos nombres no han...

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