Rock para reparar el corazón y la familia

MÉXICO, D.F., septiembre 10 (EL UNIVERSAL).- Existen pocas mujeres que logran convencer al público con los papeles que interpretan y Meryl Streep es una de ellas. Con 66 años, esta camaleónica actriz lo mismo se convierte en una madre con problemas de adicción que en una despiadada editora de moda que pone a temblar a todos y ahora, se pone en la piel de una rockera arrepentida en la película “Ricki and the Flash”.

Ricki Randazzo es una cantante que luego de dar a luz a tres hijos, decide abandonarlos y perseguir su carrera como estrella de rock sin imaginar que años más tarde, su papel como madre es igual de exitoso que el de cantante.

A esto se le suma el hecho de que la factura que debe pagar por renunciar a su familia le llegará de diversas formas, pero será la difícil separación por la que atraviesa su hija -interpretada por Mamie Gummer, hija de Streep en la vida real- lo que la obligue a regresar al seno familiar del cual ya no es parte.

La historia, aunque por momentos predecible y cargada un poco de drama, también tiene sus momentos cómicos donde Streep se las ingenia para mantener el interés de la audiencia y si bien el hilo conductor de la historia muestra una trama bien planteada, al final no logra llevar a las lágrimas al espectador.

Y es que la fórmula tiene tela de dónde cortar: un ex marido que se muestra cariñoso aún con el paso del tiempo, una hija al borde del suicidio, un hijo a punto de contraer nupcias y uno que busca ser aceptado, además de la esperanza de un nuevo amor, toda una mezcla por la cual su protagonista debe atravesar sin resultar herida en el intento.

Pero no todo es malo, Diablo Cody, su guionista, se inspiró para crear a este personaje en su suegra, quien era líder de una banda en un bar. Aunque no es un trabajo para nada comparable con...

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