Roberto Zamarripa / Sapos

AutorRoberto Zamarripa

En las plazas le reclaman ajuste de cuentas. El sábado 13 en Ciudad del Carmen el coro crecía: "¡Fuera Alito!" en alusión al Gobernador de Campeche, el priista Alejandro Moreno.

AMLO, que encabezaba el mitin de agradecimiento en Campeche, paró la gritería y abrió un paréntesis de advertencia:

"No vamos a empezar con eso... No es sacar a un político; eso es lo que hacían antes que llegaba el nuevo Gobierno y hasta encarcelaban a un político del pasado para decir ahora sí va a haber cambios y continuaba lo mismo... Yo no necesito legitimarme metiendo a la cárcel a ningún político", exclamó.

Dedicó 10 de los 40 minutos de su discurso a apaciguar los ánimos del mitin campechano. Y así lo admitió: "Me metí en esto por aquellos que estaban gritando lo de 'fuera Alito'".

Con su respuesta, el tabasqueño les daba a entender que si bien Alito podía ser investigado y castigado por corrupto no deberían tener ahí la preocupación en esta fase transitoria.

"Luchamos para lograr una transformación a un lado la politiquería tenemos que levantar la mira... tenemos que reconciliarnos", apelaba.

El campechano es un simple ejemplo. Así ha ocurrido en Quintana Roo o en Oaxaca, o en Michoacán o en Guerrero. Amplios sectores de votantes de López Obrador reclaman un ajuste de cuentas con los poderes locales.

Vaya contradicciones: Alito, un Gobernador polémico y cuestionado, goza de inmunidad mientras que César Yáñez, el colaborador histórico, está en la antesala de la pira.

Los Gobernadores que hostilizaron y persiguieron a los morenistas y que fueron acusados de deshonestidad, valen más ahora que cualquier colaborador leal que estuvo en las duras y las maduras. Gajes de la transición.

Los 150 días que median entre el triunfo electoral y la toma de posesión exhiben una transición difícil de digerir tanto para los que se van como para los que llegan.

Paradójicamente López Obrador trata de cuidar que las frágiles estructuras del régimen golpeado durante la elección no se derrumben antes del primero de diciembre.

Sabe que aún no se sienta en la silla presidencial como para desatar lanzas y provocar reacciones. Preferible pelearse con la rabiosa CNTE que con poderes históricos por más menguados que anden.

Es por ahora el mejor protector del Gobierno de Enrique Peña. O provoca que lo saquen a...

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