Roberto Bolaño/ Los Raros Consuelos de la Literatura

AutorRoberto Bolaño

Primero que nada y para que quede claro: Enrique Lihn y Jorge Teillier no obtuvieron nunca el premio nacional. Lihn y Teillier están muertos.

Ahora entremos en materia. Puesto a escoger entre la sartén y el fuego, escojo a Isabel Allende. Su glamour de sudamericana en California, sus imitaciones de García Márquez, su indudable valentía, su ejercicio de la literatura que va de lo kitsch a lo patético y que, de alguna manera la asemeja, en versión criolla y políticamente correcta, a la autora de El valle de las muñecas, resulta, aunque parezca difícil, muy superior a la literatura de funcionarios natos de Skármeta y Teitelboim.

Es decir: la literatura de Allende es mala, pero está viva, es anémica, como muchos latinoamericanos, pero está viva. No va a vivir mucho tiempo, como muchos enfermos, pero por ahora está viva. Y siempre cabe la posibilidad de un milagro. No sé, el fantasma de Juana Inés de la Cruz se le puede aparecer un día y le puede dar una lista de lecturas. El fantasma de Teresa de Avila. En el peor de los casos el fantasma de Pardo Bazán.

No se puede decir lo mismo de la literatura de Skármeta y Teitelboim. A esos no los salva ni Dios. Ahora bien: escribir -juro que lo leí en un periódico de Chile- que hay que apresurarse a darle el premio nacional a Allende antes de que le den el Nobel, me parece no ya una tomadura de pelo desproporcionada sino que acredita al autor del aserto como un ignorante de antología.

¿De verdad hay inocentes que piensan así? ¿Y los que piensan así son inocentes o simples botones de muestra de una estulticia que se ha apoderado no sólo de Chile sino de Latinoamérica? Hace poco, Nélida Piñón, celebrada novelista brasileña y asesina en serie de lectores, dijo que Paulo Coelho, una especie de Barbusse y Anatole France en versión telenovela de brujos cariocas, debía ingresar en la Academia brasileña puesto que había llevado el idioma brasileño a todos los rincones del mundo.

Como si el "idioma brasileño" fuera una ciencia infusa, capaz de soportar cualquier traducción, o como si los sufridos lectores del metro de Tokio supieran portugués. Además, ¿qué es eso de "idioma brasileño"? Idea tan desmesurada como si habláramos del idioma canadiense o australiano o boliviano.

Ciertamente, hay escritores bolivianos que parece que escriben en "idioma norteamericano", pero eso se debe a que no saben escribir bien en español o castellano, pero en el fondo, bien o mal, lo que hacen es escribir en español. ¿En dónde...

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