Roberto Newell / Epidemia de ébola

AutorRoberto Newell

En la segunda semana de agosto escribí una columna en la que manifestaba estar preocupado por la aparición de varios nubarrones. La mayoría de esos riesgos eran geopolíticos, pero sugerí monitorear la epidemia de ébola en varias ciudades de África occidental. Me preocupó, puesto que parecía estar rebasando la capacidad de manejo de las autoridades sanitarias locales. Hasta agosto, la mayoría de los focos de infección habían sido en zonas rurales relativamente aisladas, pero la epidemia se había extendido a ciudades de Liberia y Sierra Leona, donde era probable que cobrara fuerza por la fragilidad de los sistemas de salud locales.

Cuando la epidemia llegó a las ciudades, varios expertos de salud alzaron la voz de alarma, pero ninguno de los gobiernos de las grandes potencias tomó cartas en el asunto; en vez, delegaron el manejo del problema a las autoridades locales de salud y a organizaciones como Medicins sans Frontiers. La epidemia siguió su curso y en cuestión de pocas semanas el padecimiento totalmente rebasó la capacidad de respuesta local. Hoy, ya nadie duda de que los países de la región enfrentan una crisis de salud tremenda. Tampoco queda duda alguna de que si se hubiera actuado con mayor energía antes, se habría podido controlar la epidemia a un costo más bajo que el que probablemente se acabará pagando.

El virus del ébola es sumamente peligroso. La cepa actual del virus está matando a más de la mitad de las personas contagiadas. El virus se transmite cuando se entra en contacto con las secreciones de una persona enferma, aun cuando esa persona esté muerta. Para reducir el riesgo de infección, los encargados de cuidar a los pacientes con ébola deben evitar entrar en contacto directo con los enfermos o sus secreciones. Como todavía no hay una vacuna para el ébola, la única manera de esquivar la enfermedad es evitando estar en contacto con personas que estén en la fase sintomática del virus. Como tampoco hay un medicamento que sirva para contrarrestar los efectos del virus, una vez que un paciente enferma, la única estrategia de manejo disponible para restablecer del paciente es dándole cuidados básicos de hidratación, nutrición y descanso, mientras su sistema inmunológico responde. La mayoría de las personas infectadas morirá aun cuando reciban atención médica de primera; consecuentemente, el mejor aliado que tienen las personas enfermas es su propio organismo.

El Center for Disease Control del Gobierno de EU acaba de publicar los...

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