Roban armas a héroes

AutorVíctor Juárez y Alberto Acosta

Aunque resistieron el embate de ejércitos extranjeros y conservadores, las armas de los héroes nacionales ya no se cubren de gloria.

Al menos, las armas que lucían 11 esculturas de la serie de insignes que adornan el Paseo de la Reforma desde época porfiriana, las cuales desaparecieron sin levantar mayor sospecha en las autoridades y sin mediar explicación alguna.

De la serie de 76 ilustres, entre militares e intelectuales, insurgentes y reformistas, la peor parte se la llevaron aquellos que, inmortalizados con la espada en ristre y en actitud de combate, dejaron el acero al aire, susceptible de hurto por su valor como fierro viejo.

Así, depusieron las espadas los generales Jesús García Morales, Antonio León, Mariano Jiménez y Guadalupe Victoria, sólo en el tramo que corresponde a la Colonia Tabacalera, incluso frente al edificio del Senado de la República, donde posa el primer presidente de México.

El resto, Antonio Carbajal, Bibiano Dávalos, Cecilio Chi, Clodomiro Cota, Eulogio Parra, Jacinto Pat y Joaquín Miguel Gutiérrez, son los mártires de la Colonia Guerrero, donde por negligencia u olvido tuvieron que entregar las armas.

Aunque todas las esculturas están igualmente expuestas, a quien tuvo a bien dedicarse a la jurisprudencia, la pedagogía o la religión, le sobreviven los libros o las plumas entre las manos.

A Fray Servando, por ejemplo, ni quien lo moleste con sus dos brazos cruzados sobre la sotana: tampoco al Doctor Mora, Andrés Quintana Roo ni a Don Ponciano Arriaga quienes, con libros bajo el brazo, extienden la mano con soltura sobre la vialidad.

Mientras tanto, ni la Secretaría de Cultura ni la de Obras y Servicios Urbanos, ni la Delegación Cuauhtémoc ni la Oficialía Mayor ofrecen señales de tener competencia, conocimiento o interés, en el rescate de las armas fracturadas.

Tal vez sea porque reponerlas costaría entre 25 y 30 mil pesos por pieza... y eso, sin contar el trabajo de soldar y patinar de nuevo las estatuas.

Quizás previendo esto nadie le mueve ni dice nada, excepto los oficiales Jiménez y Ruiz, de la Policía Auxiliar...

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