Roba Plácido Domingo corazón de vecinos

AutorErika P. Bucio

MÉXICO.- Plácido Domingo está de vuelta en Tlatelolco. En 1985, en la cúspide de su carrera, se empolvaba entre los escombros del edificio Nuevo León. Acudía presto al auxilio de una Ciudad devastada por el terremoto.

Treinta años después, en esta Plaza de las Tres Culturas, lo aguardan bajo la lluvia tres mil personas. Ese sitio que Elena Poniatowska declara sagrado ante una multitud expectante.

"Aquí están nuestros muertos, aquí han sido asesinados los jóvenes. Se han caído edificios, como el Nuevo León, que se dobló como una ola", comparte la escritora.

Y en esa ola perecieron los tíos y un sobrino del tenor aquel 19 de septiembre. Han pasado 30 años.

Domingo, de 74 años, voló desde Los Ángeles, donde cantó en Gianni Schicchi y dirigió a la orquesta en Pagliacci. Nada más terminar, subió al avión y, en pleno vuelo, revisaba la partitura del Réquiem de Verdi. El homenaje a las víctimas y rescatistas del terremoto.

Llega a Tlatelolco, sin dormir, con saco y pantalón gris, sin corbata y un ensayo por delante. La lluvia amenazante. "Será el día de la ira, día terrible, día de luto. El mundo se hará cenizas", cantaba el coro Enharmonia Vocalis.

Domingo arenga a la Filarmónica de la Ciudad de México: "Vamos a hacer todo con todo el sentimiento y la emoción". Y remataba con un chilanguismo: "Nos vemos al ratito". Y el tenor, antes de abandonar el escenario, junta las palmas de las manos e implora al cielo que no llueva.

Pero el Réquiem comienza bajo una pertinaz lluvia, con José Areán en el podio. 15 minutos bajo el aguacero y de pronto el cielo escampa. Las cabezas, protegidas por capas de...

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