A ritmo lento por Playa

AutorKarla Ortega

FOTOS: JAZMÍN FONSECA

PLAYA DEL CARMEN.- Quienes conocieron la Quinta Avenida hace 25 años cuentan que, la ahora más famosa calle de Playa del Carmen, era apenas un camino de terracería.

Así lo recuerda Renzo, cuya pizzería -de los pocos lugares originales que quedan- ha sobrevivido a huracanes, como el de Wilma, en 2005.

Pero también sigue en pie gracias a su solidaridad, ya que fue, quizá el único local, que no cerró después de los estragos causados por este fenómeno natural y regalaba comida a todo aquel que la necesitara.

"Llegaba descalzo a su pizzería, sin un peso, y Renzo me alimentaba", relata ahora un exitoso hombre de negocios que prefiere guardar el anonimato.

Si bien Playa del Carmen ha salido avante de distintos desastres naturales, lo cierto es que ya no es más un poblado pesquero y la Quinta Avenida se ha transformado a lo largo de estos años.

Para muchos, el corazón de la Riviera Maya es sinónimo de fiestas hasta la madrugada en algún bar o en un club de playa, en donde, año con año, todo sigue igual.

Sin embargo, llegan viajeros de todas partes del mundo para conectarse con un movimiento alejado del bullicio que representa el centro de Playa, ahora una ciudad en la que deben tomarse precauciones como en cualquier otra. Éstos arriban para hospedarse en fraccionamientos privados como Playacar para darle continuidad a un estilo de vida y practicar el slow travel.

Para ello, se requiere un guía que conozca las costumbres mexicanas, y no sólo la de los turistas. Tal es el caso del Concierge Diego, quien es administrador de casas en Playacar, certificado por la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios en Playa del Carmen.

¿Cuáles son los rincones secretos en los que se puede practicar slow travel en Playa?

"Dentro de Playacar hay un lugar para desayunar que se llama Vista Real. El buffet cuesta 50 pesos, es de 7 a 11 de la mañana y tiene una vista increíble a la laguna. Es uno de los lugares predilectos.

"Las clases de yoga en una escuela de niños que se llama El Árbol, ubicada dentro del fraccionamiento, cuestan 150 pesos para los turistas y tienen todo tipo de clases en la mañana y en la tarde.

"Y tenemos una panadería francesa que se llama La Brioche de Playa, para todo tipo de antojos", comparte.

Ver los tonos rosados que adquiere el cielo al atardecer desde una piscina privada, en la que sólo hay palmeras alrededor, mientras un chef privado cocina desde...

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