Ricardo Elias / Tolerancia a la ebriedad

AutorRicardo Elias

Me parece un contrasentido que la Secretaría de Movilidad anuncie los días y horas en que implementará los operativos de alcoholimetría, y peor aún que informe los días en los que los cancelará.

El 23 de diciembre pasado, el titular de la Secretaria de Movilidad organizó una rueda de prensa y envió un boletín informativo a los medios de comunicación anunciando que los días 24 y 25 de diciembre no habría operativos de alcoholimetría "para que las familias jaliscienses festejen esas fechas con tranquilidad, pero que sí habría revisiones el día 31 de diciembre aunque haya sido martes."

Yo pregunto: ¿festejar con tranquilidad es saber que se puede ingerir alcohol a sabiendas que si luego conducimos un auto no hay riesgo de que nos detengan? Para mí, anunciar la suspensión de las revisiones produce exactamente el efecto contrario: intranquilidad. La intranquilidad de saber que todos los bebedores irresponsables -y vaya que los hay- considerarán el anuncio como una "licencia" para tomar y manejar ese día.

Es como anunciar que un determinado fin de semana no habrá policías en la ciudad, y de esa manera otorgarle a los ladrones una especie de "licencia para robar".

Para que los operativos de revisión de alcoholimetría (me cae mal llamarlos "toritos") sean efectivos, deben tener el carácter de permanentes, y sin que nadie sepa ni cuándo ni dónde se instalarán.

Sólo así funcionarán como lo que son: un disuasivo que induce a cambiar costumbres y a desistirse del irresponsable propósito de manejar un auto luego de haber ingerido alcohol, sea viernes o lunes, sea a la una de la mañana o a las tres de la tarde, pues no hay día ni horario bueno para provocar accidentes, ni para matarse o para matar a otros.

Anunciar las fechas que se suspenden significa establecer días de tolerancia al consumo de alcohol, y la tranquilidad de una familia o de un festejo no se logra "tolerando" la ebriedad, sino impidiendo que los ebrios manejen en ese estado.

El concepto de la disuasión se basa en dos premisas fundamentales: la primera es que los castigos impuestos a los transgresores los conmina a no delinquir, y la segunda, que el miedo al castigo previene que otros cometan crímenes o delitos similares. La mayoría de la gente se autocontrola cuando sabe que hay castigos severos para quien viola la ley o pone en riesgo la vida de los demás.

Sin embargo, un disuasivo pierde su razón de ser cuando las consecuencias negativas o la amenaza de castigo...

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